UN GRITO

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Al despertar, Yunlan sintió un horrible dolor de cabeza, pero sabía que la razón de ello era porque había tenido una terrible noche por culpa de esa pesadilla; y no era para menos, soñar, o siquiera pensar en la posibilidad de ya no estar con su amado era el peor miedo de su vida, incluso más que perder a sus padres, Shen Wei era todo para él. Se sentó lentamente en la cama, cubriéndose la cara mientras luchaba contra las estrellas que bailaban frente a sus ojos, ni siquiera en su peor borrachera había sido atacado por tan terrible jaqueca, al menos no que él recordara.

Casi como un ángel caído del cielo, Shen Wei entró en la habitación trayendo un vaso con agua fresca y un sobre de analgésicos; el profesor se sentó a su lado en el borde de la cama, le entregó el sobre con pastillas y le dio un suave beso en los labios, en el que aún se sentía el fresco sabor del dentífrico. Mientras sacaba un par de pastillas, Yunlan sintió como su pareja le acariciaba tranquilamente mientras le arreglaba un mechón de cabello a un lado de la oreja, aunque sabía bien que eso era más para que él no viera la mezquina luz del sol que entraba a esa hora por la ventana, la cual solía aumentar considerablemente su jaqueca; Yunlan se dejó querer mientras masticaba las pastillas hasta convertirlas en un amasijo espeso dentro de su boca, que luego mezcló con un gran trago de agua, le encantaban esas sutilezas de su amado, todos esos pequeños cuidados para con él, como la taza de leche caliente por las noches, las pantuflas cerca del radiador de la calefacción en los días fríos, o el que de su lado de la cama siempre hubiese un chal con el que Shen Wei le cubría si hacía falta, pues él se empeñaba en dormir en camiseta y boxers, esos dulces abrazos cuando tenía pesadillas.

No era como si él no hiciese lo mismo por su pareja, pero se consideraba a sí mismo bastante más torpe en ese aspecto, mientras que Wei era, a su modo de ver, un maestro de los detalles y las sutilezas; mientras pensaba en eso, Yunlan se bebió tranquilamente el resto del vaso de agua para pasar el mal sabor de los analgésicos, en tanto Wei le seguía acariciando dulcemente el cabello. Una vez que le vio un poco más recuperado, Shen Wei le preguntó si quería comer algo para traérselo a la cama o si se iba a levantar a desayunar más tarde, pues él tenía que salir rumbo a la universidad en ese momento, ya que habían adelantado algunas clases debido a las festividades de aniversario del campus.

Era temprano aún, así que Yunlan decidió quedarse un rato más en la cama, había dormido mal y entraba en el turno de mediodía, así que no tenía apuro por levantarse, eso sí, tenía ganas de ir al baño, así que aprovecharía para despedirse de su pareja en la puerta. Para que no se enfriara, Shen Wei le pasó el pantalón del pijama que había usado y un chaleco, conocía bien a su amado y sabía que no se acostaría inmediatamente luego de ir al baño, sino que deambularía un rato por el departamento y posiblemente asaltaría la nevera antes de volver a la cama.

Mientras Yunlan se tomaba su tiempo en el baño, Wei aprovechó para dejarle preparados un par de sándwiches y algo de fruta picada que le dejaría sobre la mesa a plena vista, a sabiendas de que su pareja atacaría sin piedad cierta tabla de quesos que tenía guardada para disfrutarla juntos durante el fin de semana, eso en caso de no encontrarse con nada que desviara su atención en el camino, y luego de eso se dirigió a la puerta de salida y se entretuvo en elegir un abrigo para salir; estaba en ello cuando escuchó la puerta del baño abrirse, luego cerrarse, luego volver a abrirse y luego volver a cerrarse, lo que le hizo adivinar que, seguramente, su pareja se había quitado las pantuflas mientras hacía sus necesidades y luego salió del baño dejándolas olvidadas y volvió a buscarlas, para en seguida verlo aparecer caminando por el pasillo rascándose las costillas con ambas manos, mientras reclamaba con un bufido por el frío.

Con una sonrisa en su rostro, Shen Wei le esperó en el pasillo de entrada, con su abrigo en una mano y su maletín en la otra, mientras repasaba una vez más su imagen en el espejo, acomodándose un poco aquel broche de corbata que le había regalado su pareja hacía poco, y que se había convertido en su nuevo favorito; Yunlan se acercó a Wei arrastrando los pies mientras se enfurruñaba en el chaleco, hacía más frío del acostumbrado para la fecha, lo que le hizo pensar que posiblemente nevaría, y viendo a su amado listo para salir, pero con el abrigo aún en la mano, al llegar junto a él, y luego de darle un suave beso, le buscó una bufanda en el armario y se la amarró al cuello aunque a su pareja no le gustara, pues sabía bien que Wei tenía cierta propensión a enronquecer cuando bajaba la temperatura, y en más de una ocasión hasta había perdido parcialmente la voz debido a ello, y en seguida, tomó el abrigo de manos de su amado y le obligó a ponérselo.

AMOR EN PELIGRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora