NOMBRE

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Yokozawa suspiró cansado y se reclinó en su silla completamente abatido; buscó en su maletín hasta que dio con el frasco de calmantes, sacó dos pastillas y las lanzó a su boca mientras sostenía el vaso con agua en la otra mano, en seguida bebió un gran trago y volvió a dejar el vaso en el escritorio, mientras echaba su cabeza hacia atrás. Estaba tan agotado que por poco se queda dormido, y como si se tratara de un deja vú, de pronto se irguió para volver a revisar su maletín y ver cuales pastillas había tomado.

Sabía que no era ni sano ni ético, pero ya no daba para más, así que se había conseguido con un amigo del hospital un par de prescripciones para ansiolíticos, tranquilizantes y pastillas para dormir; la situación con los Kirishima había tomado un punto crítico justo esa mañana, cuando aquel hombre le llamó para avisarle que habían dado de alta a Hiyori, pero que seguiría en reposo en casa una semana más, y antes de que pudiera pronunciar palabra alguna, Zen le dijo que iba a ir a buscarlo personalmente cuando su horario de trabajo terminara para llevarlo a ver a la niña a su propia casa.

A esas alturas ya ni siquiera tenía ganas de discutir, él mismo le había prometido a la niña ir a verla cuando le dieran de alta, pero solo después de que esas palabras salieron de su boca entendió que había cometido un grandísimo error; de todas las cosas posibles, se había comprometido a ir por su propia boca a la casa donde había vivido aquella mujer. Si pudiera volver el tiempo atrás, si pudiera retractarse de sus dichos, si no estuviese atado a todo ello como con alambres de púas, de buena gana habría abandonado todo y hubiese buscado un rumbo por el cual perderse sin dejar rastro.

Volvió a echar la cabeza hacia atrás y cerró los ojos por lo que se suponía eran un par de segundos, hasta que el insistente sonido del teléfono le obligó a sentarse correctamente; grande fue su sorpresa cuando la secretaria le dijo que le había estado llamando desde hacía quince minutos, y como no contestaba, había enviado a uno de los conserjes a ver si pasaba algo con él en su oficina. Yokozawa se disculpó con la mujer, diciéndole que había tenido una mala noche y se había quedado dormido unos minutos, pero que le agradecía la preocupación.

Después de cortar la llamada volvió a agarrarse la cabeza con ambas manos, pensando que, si pudiera, le encantaría arrancársela y lanzarla lejos; fue interrumpido nuevamente, esta vez por el conserje que la señora Montgomery había enviado a verle, y con el que también se disculpó por preocuparlo y hacerlo ir todo el trayecto. En su fuero interno, a Yokozawa le molestaba cada vez más la excesiva preocupación que algunos maestros y funcionarios del colegio tenían para con él, como si le estuviesen vigilando para que no fuera a cometer alguna locura o algo por el estilo; sabía el porqué de esa preocupación, desde que su compañero de piso ya no estaba, muchas personas se le habían acercado a acompañarle y a tratar de hacerse su amigo, pero también sabía que varias de esas personas lo hacían más por el morbo que por un sentimiento verdadero, así que mantenía su distancia, aunque eso le agotaba aún más.

Agradeció de todo corazón que la llamada de la secretaria fue para avisarle que la cita que tenía a mediodía con los padres de uno de los chicos que tenía a cargo se había anulado, pues habían tenido que hacer un viaje por fuerza mayor, por lo que tenía que revisar su agenda para reprogramarla, y luego de eso tendría bastante tiempo libre para ir a comer, ya que sólo tenía una entrevista después de almuerzo con otro alumno, y después de eso, tendría el resto de la tarde prácticamente libre, así que planeó usar ese tiempo para hacer un poco de papeleo; en otras circunstancias se iría a casa temprano, pero como ya estaba liado con los Kirishima, tendría que quedarse hasta que ese tipo le fuera a buscar.

Decidió matar el tiempo que le restaba hasta el almuerzo revisando los antecedentes del chico con el que tenía cita en la tarde, no era mucho, pero en su perfil de notas se veía claramente una baja que se había ido incrementando en el último semestre, la cual era en casi todas las materias por igual, además de un porcentaje de inasistencia que también había ido aumentando en el mismo periodo, por lo que ya con eso podía vislumbrar algún problema de tipo familiar, afectivo o emocional en ciernes.

AMOR EN PELIGRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora