AMOR EN PELIGRO

LA AGUJA

"¿Ha llorado la muerte de su esposa?"

Aquella pregunta lo descolocó por completo, y la verdad... no sabía cómo responder.

Después de mucho darle vueltas, y, sobre todo, después de mucho de sacarle la vuelta a la idea, Kirishima finalmente había decidido que sí necesitaba desahogar su corazón y su mente, tanto por su bien como por el de su hija, y, aunque con el orgullo un poco herido, había buscado un terapeuta que pudiese ayudarle.

Había creído ciegamente que no lo necesitaba, pero había visto cómo sus suegros e incluso sus propios padres habían hecho grandes avances al poco rato de empezar a ver a otros terapeutas, por lo que después de la primera sesión se dio cuenta de que había sido un completo idiota por pensar así; siempre se había hecho el fuerte, siempre había sabido encontrar la solución a sus conflictos, así que obstinadamente había pensado que después de la muerte de su esposa sólo tenía que seguir adelante, pero después del colapso de su hija se había tenido que dar cuenta de que no lo estaba haciendo ni pasando nada de bien.

Y además... necesitaba aclarar lo que estaba pasando con su corazón en el último tiempo, así que decidió que no quería ni podía andar por la vida con pensamientos confusos ni sentimientos a medias; si quería reiniciar su vida, necesitaba tener las cosas claras. Y todo le estaría yendo bastante bien... de no ser por esa pregunta.

"Señor Kirishima, ¿escuchó lo que le pregunté?"

La terapeuta que había buscado era una mujer muy recomendada y con una vasta experiencia, varios de sus clientes le habían hablado de ella y le habían dado muy buenos comentarios, aunque muchos también le habían dicho que era una persona muy inquisitiva, al punto de que podía llegar a ser bastante molesta, pues tenía la perspicacia suficiente para tocar los puntos precisos y más escondidos en el alma humana, lo que a todas luces no era muy agradable de experimentar en carne propia, y de eso él ya había probado un poco.

Zen se había encerrado en su mente, pensando cuál era la mejor respuesta que podía dar, así que la segunda pregunta de la terapeuta casi lo hizo saltar de su asiento. "¡Sí! Sí la escuché... perdón... estaba tratando de hacer memoria... usted sabe... ha pasado un tiempo, y han pasado muchas cosas..." contestó Kirishima, tratando de sonar lo más creíble posible.

"No le estoy pidiendo que recuerde un momento en particular, señor Kirishima, le estoy preguntando por sus sentimientos con respecto a la muerte de su esposa... seré más específica ¿ha llorado la muerte de su mujer? ¿ha sentido su pérdida en este tiempo en el que ella ya no está?" inquirió aquella mujer; tenían casi la misma edad, pero a Kirishima a veces le parecía estar hablando con alguien mucho mayor, o al menos, de mucha, muchísima más experiencia en el terreno de la vida, así que le resultaba difícil evadir sus cuestionamientos.

Kirishima se le quedó viendo con cara de nada, realmente no sabía qué diablos contestar, así que después de pensarlo un poco, comenzó a divagar "sabe... yo soy un hombre bastante ocupado... claro que he sentido la muerte de Sakura, ahora ya no solo tengo que preocuparme de dos restaurantes y un bar, también tengo que preocuparme de mi hija, que se la ha pasado sola desde entonces, y ha estado teniendo problemas, no solo con el que su madre ya no esté, también en el colegio, y se ha apegado mucho a un psicólogo de ahí... aunque el hombre ha sido de gran ayuda... de mucha ayuda, no solo para ella, sino también para mí... y es tan... m-más encima, estoy viendo la posibilidad de abrir otro negocio, estaba en eso cuando mi esposa falleció, y tuve que posponer todos esos planes hasta que pueda acomodar mi vida a esta nueva rutina... y..." siguió divagando un buen rato más, pero mientras más hablaba, la terapeuta más intrigada parecía, Zen se estaba dando demasiadas vueltas para contestar algo tan simple.