LA CALMA

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Zhao Yunlan y Shen Wei despertaron temprano, ambos tenían la mañana libre y querían aprovechar para hacer las cosas de la casa, por lo que, luego de desayunar, y aún vestidos con sus pijamas, se pusieron a ordenar la sala, barriendo y pasando la aspiradora, moviendo los muebles y limpiando aquí y allá con el plumero y pasándoles lustre a las superficies que lo necesitaran; cuando terminaron con la sala se fueron al dormitorio, sacaron las sábanas de la cama que compartían y dieron vuelta el colchón para que se ventilara, sacudieron las mantas y esponjaron las almohadas, pusieron sábanas limpias y extendieron las colchas sobre ellas, estirándolas hasta que no se vio una sola arruga.

Mientras barría el piso bajo la cama, Yunlan vio salir un calcetín rodando, sabía que era suyo, seguramente en alguna de sus llegadas tarde se lo quitó y se fue por ahí, también sabía que el ordenado Shen Wei no le diría nada al respecto salvo mirarle con cara seria, pero por si acaso, se hizo el desentendido y, mientras vigilaba de reojo a su pareja, siguió barriéndolo hasta que lo hizo rodar hasta un lado del canasto de la ropa sucia; por lo general, lavaban las prendas pequeñas e íntimas en casa, pero esa era tarea para otro día y como no quería verse como un desordenado frente a su pareja, aunque éste ya lo conocía de sobra, siguió empujando la pequeña prenda hasta que quedó por detrás del canastito que ocupaban para dejar las cosas que estaban para lavar.

Pero Shen Wei no se había dado cuenta de las artimañas de su pareja, estaba preocupado revisando los bolsillos de los trajes que mandaría a la tintorería y ordenando cada prenda cuidadosa y pulcramente; si bien era bastante bueno con los quehaceres del hogar, había algo que no se le daba y era planchar, además de que no le gustaba cómo quedaban las camisas cuando las metía a la lavadora, y no quería volver a cometer el error de juntar su ropa con la de Yunlan, que solía meter todo junto a la máquina y no había tomado una plancha en su vida, pues ya una vez había tenido que deshacerse de una camisa muy cara y fina por hacer eso, así que prefería mandar su ropa a la tintorería, y aunque tuviera que pagar un poco más, podía recogerla el mismo día perfecta y pulcramente limpia y bien planchada.

Una vez que terminaron de ordenar el dormitorio, y viendo la hora, decidieron dejar el aseo hasta ahí e irse a tomar una ducha; mientras Wei se demoraba en la habitación seleccionando la ropa que usaría, Yunlan fue al baño a regular el agua y buscar las toallas, y se quedó dándose una vuelta para hacer tiempo mientras el agua tomaba temperatura; minutos después llegó Wei, y viendo que ya estaba todo listo, se quitaron la ropa y se metieron juntos bajo el chorro de agua. Pasaron por turnos bajo la ducha, y aunque estaban algo cortos de tiempo, de todas maneras, aprovecharon para coquetear un poco mientras se ayudaban a enjabonarse y se lavaban el cabello; en algún momento, a Yunlan se le metió jabón en los ojos, y, entre risas, Wei le ayudó a quitárselo con el agua corriente, cosa que a Zhao no le hacía mucha gracia, pues odiaba mojarse la cara a menos que fuera estrictamente necesario.

Luego de unos minutos estuvieron listos y salieron del receptáculo para agarrar las toallas y secarse, Shen Wei muy prolijamente y Yunlan... hubiese sido más práctico si tiraba la toalla al suelo y se revolcaba en ella. Cuando Wei terminó de secarse, y luego de ponerse una suave bata de baño que su pareja le había dejado a mano, se dio el tiempo de tomar otra toalla y secar el cabello de Yunlan, el cual estaba entretenido secándose los pies, mientras le regañaba por ser tan descuidado, y cuando consideró que ya estaba lo suficientemente seco, le cubrió la espalda con la toalla para que no se enfriara, mientras él agarraba el secador de pelo y se peinaba bajo el aire caliente, y una vez que estuvo listo con su peinado perfectamente hecho, le dio unas cuantas pasadas de secador al rebelde cabello de Yunlan, que seguía batallando con las toallas secando su cuerpo.

Mientras Shen Wei salía del baño e iba a la habitación a vestirse, Yunlan se quedaba recortándose un poco la barba para que se viera presentable, agradeciendo que en su trabajo le permitían llevarla siempre que fuera corta y elegante. Cuando estuvo listo, Yunlan también se dirigió a la habitación a ponerse ropa, y allí los papeles se invirtieron, pues mientras él se demoraba en el baño, Wei hacía lo propio al vestirse, pues lo hacía muy prolijamente y se demoraba un montón, mientras que Yunlan, tal vez por la costumbre que había adquirido con los años, no tardaba ni cinco minutos en buscar la ropa en el armario, quitarse la toalla de la cintura y vestirse de pies a cabeza, mientras que Shen Wei apenas se había puesto la ropa interior y el pantalón, y recién estaba desdoblando la camiseta cuando Yunlan ya se estaba atando los cordones de los zapatos y buscaba una chaqueta más gruesa en el closet.

AMOR EN PELIGRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora