Yunlan se preguntó cuánto tiempo llevaba allí, sentado en el suelo afuera de la sala de operaciones; se preguntó también cómo habían pasado las cosas para llegar a ese punto, qué había hecho mal, si había molestado a alguien, algún tropiezo, alguna mala mirada, una mala sugerencia sobre la comida a algún cliente, algún papel que hubiese tirado al suelo sin darse cuenta... algo... cualquier cosa que hubiese podido gatillar la ira de alguien... algo... cualquier cosa... algo...
Algo... lo que fuera... cualquier cosa... una palabra... una situación... un encuentro... algo tuvo que haber hecho mal sin darse cuenta... su cabeza era un lío, no podía pensar en nada, no podía dar con una idea clara, solo tenía una certeza, una sola... cualquiera que fuera el motivo, era su culpa, Shen Wei no tenía nada que ver, él era sólo una víctima, él era su debilidad, el punto en el que le podían hacer el mayor de los daños.
No podía ser culpa de Shen Wei, no había manera de que lo fuera; Shen Wei, su Shen Wei era la persona más atenta y amable, un hombre bello y carismático, sincero y leal, paciente, con un carácter afable y tranquilo, de modales elegantes y una ética tan correcta que a veces hasta daba miedo, un excelente profesional y un maestro entrañable que daba lo mejor de sí mismo para sus alumnos, así que no, simplemente no, no era culpa de Shen Wei.
Y no, no lo estaba idealizando; Zhao Yunlan había pasado hacía muchísimo rato la pubertad, no era un chico adolescente hablando de la primera chica que le gustaba, no era un quinceañero calenturiento babeando por un par de tetas en la televisión o la playa, Shen Wei ni siquiera había sido el primer hombre con el que había coqueteado en su vida. En su vida había salido con muchas chicas, y casi todas le habían dejado porque él privilegiaba su antiguo trabajo, y hasta donde sabía, casi todas ellas ya estaban casadas; también había tenido alguna que otra relación especial con algún amigo, pero nada más allá de ser más cercano físicamente con ellos, sólo bromances inocentes, ni él había tenido el deseo de ir más lejos, o ellos se habían alejado antes de que las cosas se pusieran más raras.
Buscó en su pasado, buscó en su presente, buscaría en su futuro de ser posible, pero nada, no entendía por qué alguien querría hacerle daño a Shen Wei. De pronto, una voz interrumpió sus pensamientos, y cuando levantó la cabeza para mirar de quién se trataba, se encontró con un hombre joven que por alguna razón se le hacía conocido; con cierta dificultad se puso de pie, había perdido la noción del tiempo esperando a que alguien saliera a decirle como estaba su pareja, y la espera sólo le estaba poniendo más y más histérico a cada minuto.
El joven se presentó como el teniente Ritsu Onodera del departamento de homicidios de la jefatura de Madison Street, le entregó su tarjeta de presentación y le mostró su placa, y acto seguido le preguntó acerca de su relación con las víctimas, si había más familiares con los cuales contactar, si había alguna noticia acerca de su estado actual y si tenía alguna sospecha sobre algún incidente o alguien que tuviera alguna rencilla anterior con Shen Wei o con el otro profesor que había sido afectado.
Zhao no podía decir nada acerca de la otra persona, apenas le conocía de alguna que otra ocasión en la que le había encontrado junto a Shen Wei, y de Shen Wei menos, él era un ángel, por muy estúpida que fuera la gente, él jamás iniciaría una pelea, ni siquiera contestaría con algún sarcasmo, él buscaría la manera de dialogar hasta llegar a un consenso, no había forma de que alguien odiara a Shen Wei al extremo de querer herirlo, y mucho menos matarlo. El teniente Onodera quería hacer algunas preguntas más, pero fue interrumpido por el celular de Yunlan, que contestó apresurado debido a que se trataba de su jefe, así que mientras se demoraba, el joven detective se entretuvo en anotar algunas cosas en su libreta.
Para cuando Zhao cortó la llamada habían pasado varios minutos e iban a ponerse a hablar de nuevo, pero justo en ese momento salió uno de los médicos de la sala de operaciones preguntando por algún familiar del paciente Shen Wei. Yunlan se acercó temeroso y ansioso, seguido de cerca por el teniente Onodera, y cuando el médico le preguntó su relación con el paciente, le contestó sin la menor vergüenza que eran pareja, recibiendo una mirada un tanto desconcertada de parte del galeno y del detective; al principio el médico estaba reacio a darle alguna información debido a que no era un pariente directo, pero Yunlan le aseveró que solo eran ellos dos en el país, ya que sus familiares directos residían en China, y no tenían mayor comunicación con ellos.
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AMOR EN PELIGRO
FanfictionLas calles de Nueva York no son pacíficas. Mientras trabajan en esclarecer los hechos tras algunos asesinatos en sus respectivas zonas, el detective Takano y el el comisario Onodera tendrán que unir fuerzas al enfrentar un nuevo caso que parece cone...