Ginebra, enero de 2018.
He vivido muchos años, muchas experiencias que me han hecho ser quien soy ahora. Formo parte de una generación que, aunque fue herida por el peor de los conflictos, supo transmitir su alegría a la siguiente. Pues la guerra, por muy devastadora que fuese, es un capítulo más en una historia impredecible que a veces transcurre de manera lineal y otras a base de duros golpes.
El año de 1940 no fue más que el prólogo de la historia de mi vida. Pasé de niña a adulta, me enamoré por primera vez y experimenté qué se siente al tener el corazón roto. Después de decidir dejar a Franz, llegaron muchas disyuntivas, las que me han configurado. Muchas veces lo recuerdo con cariño, me pregunto qué hubiera sido de mi vida si hubiera huido con el. Sin embargo, cada vez que veo la sonrisa de mis pequeños bisnietos, cada vez que escucho sus vocecillas, me doy cuenta de que, aunque en el momento dolió mucho, tomé la decisión correcta.
Franz me cambió. Con sus intrigantes palabras, me hizo darme cuenta de que mi vocación era dedicarme a la vida intelectual. Y eso hice. Terminé la carrera de filosofía y me convertí, con mucho esfuerzo, en una de las primeras mujeres catedráticas de Francia. Por ello, le estaré eternamente agradecida.
Richard y yo mantuvimos nuestra amistad hasta su fallecimiento en 2012. Hizo realidad sus deseos de dedicarse a la política y comenzó por participar en el concejo de Gérardmer. A partir de entonces, comenzó su larga carrera como político, en la que acabó por ganar un asiento en el Bundestag. No volvió con Margarete, ni recuperó a su padre, fallecido en Dachau en algún momento de la guerra, pero puedo asegurar que acabó por asumir todas sus pérdidas y se acercó, más que cualquier otra persona, a eso que llaman felicidad.
Emmanuel se casó con Mathis en 1946 y tuvo una hermosa niña a la que llamó Jeanne Jacqueline, en honor a nuestro hermano mayor, que murió enfermo en Stalag IX-A en 1945, poco antes de que los prisioneros fueran liberados. Por suerte, no la tuvo que dejar debido a su deber. Se dedicó a la medicina toda su vida. El recuerdo del Sarre le embrujó durante toda su vida, pero una serie de terapias mejoraron considerablemente su calidad de vida. Madre jamás recuperó la cordura completamente, pero asumió de nuevo su puesto en el concejo. Murió anciana, acompañada por Lafitte, Schulz y todos sus seres queridos.
Pierre cumplió su condena y salió del campo de concentración de Sachsenhausen en 1941. Poco después se unió a los maquisards. Fue recapturado y enviado a Sobibor, donde se unió a la resistencia soviética y huyó en la famosa revuelta de octubre de 1943. Se mantuvo firmemente comunista hasta el final de los días.
Océane visitó Gérardmer regularmente a lo largo de su vida, para que sus hijos, Helmut, Holger, Hilda y Helga conocieran a sus familiares por parte de madre. Ella y su marido siempre me miraron por encima del hombro. En algún momento, comprendí que la pérdida era suya y no mía, y aprendí a dejar ir.
Wilhelm falleció en 1943. Fue recluido en el campo de concentración de Bergen-Belsen y ejecutado poco después por traición.
Y, con respecto a Franz, el último registro que existe en el que él está todavía vivo es de Kursk, en 1943. Acabé por contar a Émile y a sus compañeros que yo era la protagonista de abismo, y juntos emprendimos una investigación para tratar de averiguar qué había sido de Franz. Desafortunadamente, su cuerpo nunca apareció y fue declarado legalmente muerto al acabar la guerra. Me consuela pensar que, al haber fallecido casi a la vez que Wilhelm, tal vez están juntos y felices en el cielo.
Ahora que soy anciana, puedo decir que aunque mi vida no ha sido siempre fácil, me con cada segundo de ella, pues he vivido una vida plena, de ello estoy segura.
Hasta siempre,
Céline Fournier.
Instagram de la novela: svhohenberg99
Pues ya se ha acabado esta historia!! Qué emoción y qué tristeza a la vez. Muchísimas gracias por todo vuestro apoyo :)
Un saludo
-Sid von Hohenberg 🥰
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El abismo que nos separa | Segunda Guerra Mundial
Historical FictionPrimero nos invadieron. Ocuparon nuestra hermosa patria como si tuvieran el derecho a ello, solo por el prestigio que creían que unos cuantos kilómetros de tierra les otorgarían. Se instalaron en nuestros hogares como su fueran los suyos, pues técni...