Capítulo 4

1.3K 123 20
                                    

—De las bibliotecas más grandes del país, tenías justo que elegir mi rincón. —Cruzo mis manos debajo del pecho y recargo un lado de mi cuerpo en la estantería—. Y que te diera pase libre para compartir este lugar, no significaba que podías adueñarte de él.

Llevo varios segundos observando a un Owen bastante concentrado leyendo "Estudio en Escarlata". Mi ratonera se ve incluso más pequeña e incomoda con alguien tan grande ahí sentado. No es la primera ocasión en estas dos semanas que lo encuentro aquí y esta vez no pienso darme la vuelta e irme. 

Había continuado observándolo en la cancha de Tenis cuando coincidíamos en días que salía a trotar, incluso presencié más de medio partido amistoso con uno de sus compañeros. Poco sé de ese deporte, pero fue evidente que lo hizo excelente y por fue mucho el ganador. 

Es demasiado sexy verlo en esa faceta, se veía serio, concentrado, incluso peligroso, lo que provocó que mi deseo por él incrementara de una manera alarmante.

—¿Perdón? —Frunce su ceño levemente y espera apacible que repita, estaba tan absorto que no logró retener mis palabras.

—Tendremos que programar horarios para no cruzarnos porque siempre que vengo te encuentro aquí. Llevo más de 4 semestres teniendo ese lugar y vienes tú adueñarte de él como si nada.

—Está bien, lo siento. Supongo que podemos llegar a un acuerdo —dice poniéndose de pie y dejando el libro sobre la mesa—. ¿Qué tal si tomas la silla del otro lado y suponemos que el otro no existe? Puedes hacer eso ¿no?

Su tono sarcástico y la sonrisa retenida, acompañada de su enarcada, gruesa y tupida ceja, como si me retara y de paso hiciera más evidente la indirecta, no me queda de otra que tomarle la palabra y sentarme a su lado para comenzar a leer el tercer libro de una trilogía que tenía detenida: "Divergente". Necesitaba tiempo para asimilar el spoiler que me había tragado en una página de lectores. Creo que estoy dispuesta a sobrellevar esa muerte en compañía de este espécimen extraño. Es raro encontrar hombres de nuestra edad apasionados a la lectura.

Haber estado los dos últimos fines de semana encerrada en la habitación en casa de mis padres me dio tiempo de realizar todos los trabajos y tocar el piano de media cola que tengo en mi cuarto. Regalo de papá cuando cumplí 13. Es de las cosas que más extraño de ese lugar, puedo salir de mi realidad y someterme al encantamiento en cada nota, así como en los libros con cada palabra. Sin embargo, terminé huyendo de allí de nuevo cuando vi a papá dormirse de la borrachera en su despacho, las miradas de culpabilidad de mis hermanos, el rostro triste de mamá y los ramos de flores del incestuoso infiel. ¿De verdad cree que algún día podrá tener de nuevo una oportunidad conmigo? Aparte de ser un imbécil repugnante, es iluso.

Después de unos minutos en los que no logro concentrarme en la lectura gracias a ese perfume que se concentra en este pequeño lugar y las suaves risitas que salen de su garganta, provocadas, al parecer, por las elocuentes aventuras de Sherlock Holmes. Me remuevo algo incomoda y no puedo parar de observar su perfil, pero me atrapa en ese instante cuando el voltea a verme.

—Me... distraes —logro decir para disipar la vergüenza por pillarme con la mirada sobre él.

—Oh... discúlpame. Es que me agrada la ironía de este personaje. He visto las películas, pero nunca había tenido la oportunidad de tener el libro en mis manos. —Despliega una sonrisa cálida y tan genuina como él.

Logra hacerme sentir ruin por como lo he tratado sin merecerlo. Al parecer el rencor no es lo suyo o está actuando a la perfección mostrándose así de amable, como si la última conversación entre nosotros nunca hubiera sucedido.

Sin embargo, yo recuerdo muy bien sus palabras... principalmente cuando recalcó que tampoco buscaba relaciones sentimentales y podía tener sexo sin compromiso, o simplemente ser un amigo.

Nunca más un cuento de hadas [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora