Capítulo 6

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Esto fue una mala idea.

O una demasiada buena para mi sistema.

—El pingüino más sexy de todo Vancouver —dice Cloe y el le da una pequeña sonrisa pareciendo apenado.

Mi mente siendo tan soñadora y pervertida, no puede evitar imaginárselo completamente desnudo y sólo vistiendo esa pajarita alrededor de su cuello. Sí... definitivamente eso sería algo más que grato de ver.

Cloe avanza para acomodarle el cuello de la camisa mientras los ojos del cerebrito recaen sobre mí. El escrutinio que realiza de pies a cabeza aparenta ser tan inocente que me hace sonreír, sus ojos se iluminan y responde a ese movimiento de labios tan instintivo del ser humano.

—Estás... hermosa.

Mi vestido no es gran cosa, pero resalta el color de mis ojos y la silueta de mi cuerpo. Un plateado opaco, acompañado de unas sandalias negras más elegantes que cómodas... Por ser el día de mi prima o más bien la ilusión de mí tía, hace que lo valgan.

—Gracias, caballero. Tú pareces un sexy camarero —me burlo y realizo un guiño. El ríe y niega divertido—. Bueno, vamos. Tú manejas —lanzo las llaves a lo que reacciona con agilidad atrapándolas en el aire.

—Te aprovechas de él —dice Cloe mientras organiza su uniforme para salir a trabajar.

—No bebe. Eso lo hará siempre el conductor elegido. ¿Te importa? —pregunto en dirección al cerebrito que ya tiene abierta la puerta de la habitación.

—No, para nada. Así practico —añade y se encoge de hombros—. Saber manejar y nunca haber tenido un auto es un desperdicio.

Cloe lo observa con detenimiento, como si esperara ver algo en él que no se atreve a preguntar. Luego sacude su cabeza y sonríe pasando por su lado para despedirse, me lanza un beso y vuelve a decirme que por favor me asegure que alguien me arranque ese vestido mientras vuelve a enfocar su atención a Owen, el carraspea y entrecierra sus ojos en dirección a mi amiga que sólo le advierte cuidarme y tratarme bien o se puede ir olvidando de sus bolas.

—Mejor asegúrate de usarlas con ella o te las colgaré en el cuello, primor.

—Entendido y anotado. Quiero que mis testículos permanezcan en su lugar, donde siempre van.

Ambas reímos mientras Cloe se pierde por el pasillo. Tomo el celular y las llaves que le entrego a Owen para que los lleve por mí.

Sé que no hago más que utilizarlo en todo el esplendor de una niñita mimada, son cosas que se me hacen difícil cambiar. Además, él no se queja y tampoco es algo tan horrible cargar con mis pertenencias que hoy son mínimas.

Cuando estaba en el colegio, siempre había chicos y chicas queriendo obtener mi atención, queriendo hacer cualquier cosa para estar dentro de mi grupo de amigos o una invitación a mis fiestas de cumpleaños. No cargué ni con mi propia lonchera durante años.

Me mal acostumbraron a tener una vida de princesa, más literal de lo que quisiera.

***

Llegamos antes de tiempo para ensayar el baile una última vez, no tuve que explicarle mucho a Owen porque él ya había hecho esto antes. Imagino todas esas chicas queriendo bailar el vals con el cerebrito sexy y tierno.

—Estás demasiado espectacular, Anny. ¡Feliz cumpleaños!

—Gracias primita. Tú tan linda como siempre —Se remueve y exhala fuerte—. Este vestido me está matando, pero no le digas a mamá. ¿La has visto?

—Sí —rio—, está de aquí para allá asegurándose que todo salga perfecto, pero sonreía todo el tiempo.

—Incluso yo estoy disfrutando de esto con verla tan feliz.

Nunca más un cuento de hadas [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora