Julieth
Desorientada, enojada, herida, cansada, no puedo elegir que sentimiento prevalece en estos momentos.
De lo que sí estoy segura, es que saberlo cerca e igual de afectado, incrementa el magnetismo inexplicable del que siempre he sido presa cuando lo siento a mi alrededor; me revuelve las entrañas y quisiera cortar cualquier distancia existente, sin embargo, mi mente lo rechaza.
Quisiera sólo sentir amor y apagar el dolor de ambos haciendo borrón y cuenta nueva, pero no es fácil, se me hace imposible. Amarnos no es suficiente en estos momentos de mi vida que necesito aferrarme de instantes reales para no dudar hasta de mi sombra, de quien soy y a dónde pertenezco.
Poseo una genética e historia de antepasados que en su mayoría desconozco y de lo poco que no ignoro, es toda la oscuridad que los rodea.
Tuve que enfrascarme por completo en un libro aburridísimo, pues toda la información que tengo acerca de cuánto se puede heredar a través del ADN, llega a mi mente para torturarme, aunque quiera ignorarla y esté convencida de ser una Reynolds; de haber crecido en un ambiente lleno de amor, paz y buenas enseñanzas que aplacaron cualquier tendencia a parecerme a ellos más allá del físico, aunque varios estudios basados en las leyes biológicas defiendan que el mal comportamiento se hereda. Tanto así que, sí alguno de ellos posee o poseía una verdadera enfermedad mental que los llevara a tener ese tipo de problemas y vida caótica, algo podría despertarla en mí, podría heredarla sin importar que ahora no se haya manifestado.
Intento contener esta necesidad de pesimismo y autosabotaje para concentrarme en todas las cosas buenas que he aprendido de mis padres adoptivos, quienes tuvieron como opción amarme y cuidarme sin reservas, aferrándose a ella. No podría estarles más agradecida.
Escucho ruidos en la planta baja y cierro mis ojos para reprimir el malestar. Es asqueroso saber que me escuchaban y utilizaban como conejillo de indias, como carnada para una presa y no como ser humano que siente, le duele y tiene derecho a la intimidad.
El hecho de que Owen me lo contara todo debe acarrearle un gran problema, teniendo en cuenta que es confidencial y podría haber demandas de mi parte. No lo hago por él y por las razones que lo llevaron hacerme esta canallada, pero es impensable perdonar como si no me estuviera matando por dentro.
Es cierto que hace falta una mentira para poner en duda todas las verdades y con la confianza resquebrajada, los momentos empañados, no podría continuar como si nada.
Si bien siento un dolor insoportable, sé que no va a matarme y voy a levantarme de esto. Es lo que necesito justo ahora.
Se escucha el motor de un auto de gran engranaje ser apagado y puertas cerrarse con rapidez. Por un segundo pienso que es mi familia, pero sé reconocer el sonido de la camioneta y esa no es. El momento que mis alertas se encienden, grandes zancadas se escuchan y Owen irrumpe en la puerta. Con su expresión es suficiente para saber que estamos en peligro.
Cierra con cuidado y presiona el seguro, atraviesa el sofá de la habitación de los gemelos.
Escucho los latidos de mi corazón en el mismo momento que la puerta principal se viene abajo.
—Por favor no hagas ruido —pide alarmado.
Ni siquiera me hace falta preguntar quién es.
—Pe-pero... ¿Cómo entraron?
Ambos hablamos en susurros mientras permanecemos muy cerca del otro.
—No lo sé, nena, no lo sé... Logré ver a Callaghan bajándose de la camioneta, sabe que estoy aquí.
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Nunca más un cuento de hadas [Completa]
Romance[+18] Érase una vez una vida perfecta... Con una familia unida, una casa enorme, buena posición económica; mucha inteligencia, buenos talentos, personalidad, belleza; los amigos más incondicionales y el mejor novio... ¿Qué más podría pedirle a la vi...