Capítulo 30

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—Ese gilipollas... —masculla el Cerebrito con enojo latente— Va a pagármelas.

Besa mi cabello mientras detalla la foto que encontré en la habitación de Luke, también le conté que mis hermanos tenían sospechas de él, aunque no sé la razón. Sigo sin entender muy bien qué tiene que ver en todo esto.

Voy a explotar si no encuentro respuestas pronto. 

Por ahora, estoy intentando mantener la calma, pues con Owen a mi lado se hace mucho más fácil; saber que es mi apoyo en todo momento me hace sentir fuerte. No ha parado de recordarme cuánto me ama y le importo. 

—No quiero más secretos, Owen.

—Lo sé, bonita, perdóname. Voy a solucionarlo... vamos hacerlo.

Quiero creerle, quiero confiar a ciegas. 

A pesar de todos estos secretos sin revelación, Luke, mi preocupación por Brad, el embarazo de Cloe y sus problemas, la situación de Ryan con mi hermano y Jacobo, el psicópata autor intelectual de las cartas... Sin importar todo eso, sigo sintiéndome en una nube. A su lado, cada segundo, palabra y momento se siente real, como si ningún problema fuera más grande que nuestros sentimientos.

No sabía que amar y ser correspondido fuera algo tan alucinante; como plenitud y sosiego en medio de la tempestad; como brisa y agua en una tarde de sequía. Eso es Owen desde que apareció en mi vida, es como si hubiera llegado para encajar algo, para ayudarme a crecer, a creer, a darle un sentido especial a cada segundo sin importar cuánto se derrumbara a mi alrededor; lo importante era su apoyo, siempre parecía estar ahí... aunque yo no lo quisiera.

Acaricio su rostro enfocándome en esa sonrisa y en esa mirada cautivante, desprende tanta bondad que duele.

—Hoy tienes la final —susurro.

—¿Has visto los partidos?

—Hasta ayer. No pude ver la semifinal, con todo el tema de Cloe y eso... —Me encojo de hombros— queríamos otra distracción.

—Ven conmigo, será a las 7 de la tarde.

—Me encantaría, pero es que... debo ponerme al día con las materias, también necesito averiguar quién es esa mujer, adelantar algo de nuestro proyecto y...

—Tranquila, yo lo he estado haciendo.

—¿Qué?

—Me ayudaba a distraerme en los ratos libres y... me recordaba a ti —Esboza una de sus sonrisas encantadoramente tiernas—. ¿Quieres ver cómo va?

Asiento conmovida y dejo que tire de mi mano por el pasillo hasta la habitación de huéspedes.

Acabamos de desayunar y de desayunarnos, yo tengo su camisa y el sólo un pantalón de algodón gris que cae justo debajo de sus marcados y apetecibles oblicuos. Comprobé que debajo de eso no hay más, y como una enferma insaciable de él, quisiera volver a saborearlo. 

Antes que pueda lanzarme como un miquito hambriento, la puerta es abierta y la enorme maqueta que reposa sobre la alcoba me roba el aliento.

—¿En qué momento hiciste todo eso?

—Pasé varias horas de la noche sin poder dormir —Se encoge de hombros—. Además, no es tanto, sólo uní piezas que teníamos cortadas y agregué unos cuantos detalles.

—Está casi terminado y... me encanta.

—Habíamos logrado realizar mucho.

Suelta mi mano y avanza, alza el techo de nuestra biblioteca a escala y me realiza una seña para que me acerque. Lo hago.

Nunca más un cuento de hadas [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora