Capítulo 21

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—¿Qué es todas esas bolsas que hay en la maleta? —pregunta Owen mientras cambiamos de asiento para que sea él quien maneje.

—Comida y algunas otras cosas, fui de compras mientras entrenabas.

—Debiste esperarme.

—No comiences.

—Entonces déjame pagarte más de la mitad de lo que hay ahí.

—Esta es mi idea, mi plan, mis reglas. Ahora cállate y conduce —ordeno aparentando enojo, el bufa y luego ríe mientras nos colocamos en marcha.

Ya he puesto la dirección en el GPS del auto que nos indica unas dos horas de camino aproximadamente. De verdad no me agrada estar tanto tiempo frente al volante y siempre es bueno tener un chofer dispuesto hacerlo por mí. Ya le he hecho bromas respecto a eso, pero el siempre asegura que le agrada manejar y que, para mí, puede ser lo que yo desee.

En ese momento no supe cómo responder a su comentario, así que cambié de tema.

—¿Cómo conseguiste que tú padre te diera el permiso? —inquiere, suelto una risita observando su perfil—. Ay no, por favor dime que lo sabe —agrega con rapidez dándome un corto vistazo atemorizado.

—No lo sabe.

—Pero el si sabrá como matarme si se entera, Julieth.

—Exacto, tu lo has dicho: si se entera —Doy un apretón a su muslo—. Está todo bajo control, tranquilízate.

Le narro sin muchos detalles como logré poner a mamá de mi lado cuando le conté mis deseos de relajarme y poder volver a ese lugar. 

No fue difícil, ella es muchísimo más relajada con estos temas que papá. Sin embargo, me pidió que debía convencer a mis hermanos de cubrirme para que dijeran que estaría en casa de Cloe mientras ella se encargaba de Florecita, esa fue la parte complicada: Los simios. 

Sabía que mi amiga no tendría ningún problema; sin embargo, mis hermanos no estaban para nada felices con lo que quería hacer, al final cedieron porque sabían que ese es un sitio seguro y Owen un buen chico, también porque los chantajee con contar algunas de sus travesuras —cosa que no haría pero ellos no sabían— y dándoles la llave de la residencia para que pasaran más tiempo en la universidad con sus nuevos amigos, dado que habría varias fiestas ese fin de semana. Fue así como terminaron aceptando.

En todo el camino cantamos y hablamos de más, no paramos de hacerlo. Me sorprendió la manera en la que se abrió para contarme anécdotas con su hermano y abuela, pero, sin duda alguna, lo que más me asombró, fue su confesión de las veces que pensaba en su progenitora con curiosidad de saber dónde estaría y si estaría bien, de los momentos en los que sentía rabia o la había extrañado, o incluso llegar a imaginar cómo hubieran sido las cosas si ella hubiera regresado un día pidiendo perdón.

Algo entre nosotros se estaba sintiendo diferente sin ni siquiera darnos cuenta, no era sólo yo, pero la confianza de ambos se había vuelto ciega y sin retorno.

Incluso comencé a contarle que deseaba muchísimo ver a Ryan viviendo con libertad sus gustos, que se sintiera aceptado y amado por el mismo, le conté que no estaba teniendo muchos avances en el psicólogo al igual que mamá le recordaba que el tiempo para decírselo a papá se estaba acabando. Ella se sentía mal guardándole ese secreto y ahora más que las cosas entre ellos estaban volviendo a florecer, se sentía culpable y sabía que en el momento que se enterara se enojaría muchísimo al darse cuenta que incluso ella se lo había ocultado.

No termino de entenderla, eso es un tema que sólo le concierne a Ryan, no es algo que tenga que ver con ella o su matrimonio y debería ser más importante ayudar a su hijo. Sin embargo, supongo que Ry necesita algunos empujones para adquirir valentía y tomar las riendas de su vida sin sentirse mal por ello. Aunque la amenaza de mamá es retorcida, puede ser la más eficaz. Lo que no quisiera es que de verdad la cumpliera si Ry requiere un poco más de tiempo, ella deberá entender o estaremos en una muy seria discusión.

Nunca más un cuento de hadas [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora