Capítulo 33

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Una sonrisa ladina desprende de él, luego toma una de mis piernas y deshace la correa de mis zapatos con extrema lentitud.

—Caminaremos en la arena —Termina la labor con ambas piernas y la sangre todavía no me fluye con normalidad. Vuelve a erguirse mientras contiene la risa mordiendo su labio inferior—. ¿Vamos? —inquiere extendiendo su brazo en mi dirección.

Permanezco inmóvil, sigo sin reponerme.

»¿En qué estabas pensando, bonita? —Esta vez se ríe con total libertad—. Quita esa cara que pienso follarte, no pedirte matrimonio... por ahora.

Me ruborizo escandalosamente y doy un pequeño golpe en su pecho, finge dolor.

Tengo que volver a llenar mis pulmones de aire, había dejado de respirar. Todavía sigo chocheada por la pésima broma que acaba de hacerme.

Permito que nos guíe hasta la orilla de la playa y comencemos alejarnos de las luces incandescentes de la ciudad. 

La brisa gélida se cuela hasta mis huesos y con cada paso que damos la temperatura disminuye un poco más, sin embargo, es de gran ayuda para lograr ordenar mis pensamientos de nuevo.

Ambos permanecemos sumidos en un silencio torpe, lo único que nos da indicios del otro es nuestras manos entrelazadas.

El sonido del mar me relaja y me olvido por completo de los sentimientos encontrados que tuve hace unos minutos cuando lo vi postrado de rodillas, observándome como si fuera el amor de su vida.

No quiero malinterpretaciones, pues yo también lo veo como el amor de mi vida; pero mi vida continúa siendo lo suficientemente corta como para asegurar que deseo casarme y dar un paso tan enorme como lo es la convivencia permanente. No es una decisión que se debe tomar por las emociones del momento, son decisiones que se toman con cabeza fría y no endulzada por una velada perfecta. Sin contar que nuestra situación continúa rodeada de secretos y problemas.

No tengo dudas de cuánto lo amo, pero sería absurdo casarnos ahora. Incluso, lo seguiría viendo absurdo dentro de un año que a penas estaría graduándome y buscando mi independencia económica.

Falta muchísimo por conocer y recorrer, quiero un novio que me dure cuanto sea posible y podamos compartir millones de experiencias. Quiero que sea Owen, siempre, pero eso es algo que sólo el tiempo nos dirá. No hay necesidad de apresurarnos.

El vaivén del viento que nos atraviesa me hace cerrar los ojos, dejar caer mi cuello hacia atrás y sonreír. Siento su mirada sobre mí, logrando que mi felicidad regrese a tope y mi gesto se ensanche.

—Creí que había dañado la noche.

Su tono afligido y preocupado me produce un vuelco en el pecho.

—No fue algo que esperaba y estabas muy serio, me asustaste —Lo observo y detengo nuestros pasos—. Esta noche sigue siendo hermosa y especial.

Responde a mi sonrisa y se acerca. La calidez de su cuerpo llega para abrigarme.

—Perdóname, fue una mala broma. No creí que fueras a tomarla en serio... —Da suaves caricias en mi mejilla—. Te amo y estoy loco por ti, pero no haría eso... por lo menos no hasta que nuestras vidas estén en completo orden... y no en un futuro cercano.

—Dijiste que ibas a follarme, no a pedirme matrimonio. Cumple una por lo menos —Se ríe y toda la tensión es liberada—. También te amo, Cerebrito. Con mi alma.

Lo siguiente es dar un apretón a la parte trasera de mis muslos ejerciendo la fuerza suficiente para que enrede ambas piernas en su cintura, provocando que el vestido se suba y deje al descubierto la mitad de mis glúteos. El los arropa con sus manos grandes y fuertes, masajeándolos con fuerza, luego se desliza por el lateral de las bragas hasta el contacto de mis partes más sensibles e intimas.

Nunca más un cuento de hadas [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora