Capítulo 5

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Se me escapa un pequeño grito cuando mi pierna resbala gracias al mínimo espacio que hay entre cada ladrillo que compone la estructura. Mi acompañante se gira asustado mientras se impulsa sólo con sus brazos para terminar de ubicarse y rápidamente ayudarme a subir.

—Eres demasiado raro para tenerme aquí a las dos de la madrugada —mis palabras salen forzadas por el esfuerzo físico que acabo de hacer para sostener mi cuerpo, sumándole todo lo que debimos caminar. 

—No podía dormir, necesitaba despejarme. Venía caminando para acá cuando te vi llegar a la residencia y estuvo varios minutos decidiéndome si tocar. Además... creo que te debía una disculpa —agrega en el momento que estoy limpiando mis rodillas.  

—¿Por? —pregunto con genuino desconocimiento y vuelvo a erguirme mientras abro levemente el cierre del buso. Rara vez hay noches tan cálidas aquí.  

Me siento bastante acalorada. Dejando de lado el ejercicio escalando esta vieja choza, no está el típico frío congela pezones de Canadá. 

Owen se gira y posiciona a mi lado, toma una fuerte respiración cerrando sus ojos. Está disfrutando del aire puro que aquí se siente, rodeados de árboles, bosque y vegetación. Alrededor todo es verde y oscuro... bastante. Sin embargo, la luz de la luna, junto a la compañía, es suficiente para no sentirme intranquila.

Toma asiento sobre el viejo tejado y me observa desde abajo dando pequeños golpes a su lado para indicarme que me siente justo allí. Lo hago sin rechistar a pesar de lo sucio que está, ya me he dejado arrastrar hasta aquí y no puedo retractarme ahora.

—Es evidente que ahora he sido yo quien está evitándote, o más bien huyendo de ti.

—Sí, digamos que lo noté. Pero ha sido interesante la forma en la que entablas conversaciones por mensaje. Hablando de eso... fue un tanto idiota que le pidieras mi número a Cloe y no a mí.

—Realmente no fue así como sucedieron las cosas —Ríe por lo bajo—. Ella llegó a mi lado en la cafetería y me obligó a registrarlo por si alguna vez necesitaba ayuda para armar sudokus... dijo que tú lo harías con gusto.

Estallo en carcajadas porque ni siquiera me gustan los sudokus y eso verdaderamente suena muy Cloe. Desde que le conté lo sucedido saliendo de la biblioteca, está insistente en que debo acostarme con él. Lo típico.

—Eso explica la primer imagen que no entendí. Fue bueno que estuviera chistosa o te hubiera dejado en visto. 

—Una suerte mi sentido del humor.

—Pero sólo por mensajes. —Toso disimulando el chiste, el ríe.

—Eres mala.

Permanecemos unos minutos en silencio donde sólo se aprecia el ruido del viento al chocar con las hojas, pequeños animalitos y el océano que está a unos cuantos metros de distancia. Desde aquí se siente la suave brisa, junto a su olor. No conocía este lugar, normalmente no me adentraría tanto en el bosque. Creo que esto es irrumpir en reglas y eso me agrada. 

—Me di cuenta del alivio reflejado en tu rostro cuando abriste la puerta, parecías asustada. Incluso creo que te escuché soltar la respiración bastante fuerte... ¿Pasaba algo? —rompe el silencio con una pregunta incómoda. 

—En realidad no —Juego con mis dedos y me dejo llevar recostando mi espalda en las incómodas tejas. El cielo completamente oscuro y despejado deja a la vista demasiadas estrellas. Sintiéndome completamente relajada y maravillada, decido dar una explicación más amplia y añado—: Como has visto, papá es algo más que paranoico con mi seguridad y creo que ha creado demasiadas alertas en mí a pesar que trato de ignorarlo la mayoría del tiempo. Nadie había llegado a tocar a mi puerta después de media noche porque él lo ha dejado expresamente prohibido, mis amigos tienen llave, golpean duro y no tan pausado como tú. En realidad, no te recuerdo golpeando la puerta de una forma tan tétrica. 

Nunca más un cuento de hadas [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora