Capítulo 28

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Escucharlo pronunciar esas palabras dirigidas a mí, es como encontrarme con el peor de los escenarios posibles, de esos que te destrozan el alma hasta dejarla irreparable. Prefiero que no sienta nada a que sienta... odio.

Trato de aferrarme a las ideas y las razones equivocas por las cuales me ha dicho eso, y así calmar las pulsaciones erráticas que hacen a mi cuerpo temblar. Intento ser racional, aunque la opresión en mi pecho me impida pensar con claridad al igual que este maldito dolor en la cabeza, leve pero contantemente molesto.

Me giro con lentitud, temerosa de encontrarme con una expresión equivalente a sus palabras que terminarían por destruir mi poco autocontrol y rogarle perdón por algo que no he hecho.

Mi sorpresa es mayor cuando me encuentro con un rostro desfigurado por la tristeza, con más lágrimas retenidas, su mentón temblando que provoca un atrape de dientes con fuerza a su labio inferior para controlar las vibraciones. Tiene sus manos dentro del bolsillo central que lleva su buso permitiendo que se junten, logro visualizar como las presiona con fuerza al igual que su mandíbula filosa y cuadrada que tanto disfrute besar y morder durante estos meses.

—Owen, no es lo que crees —murmuro con desesperación.

—No mientas —ordena, reprimiendo un sollozo—. Tú amiga me lo acaba de confesar —Hace una pausa para controlar su respiración—. Yo... yo tenía la esperanza...

—Te lo juro que no —interrumpo perdiendo las fuerzas para seguir escuchándolo tan devastado.

El niega oponiéndose a creerme.

—¿Era mío? —No me da ni un segundo y el mismo se responde—: Claro que lo era, sé que era mío.

Sabe perfectamente que no he estado con otro durante el tiempo que estuvimos saliendo.

Libera sus brazos y se restriega la cara con frustración para luego tirar de su cabello soltando un jadeo desgarrador. Su mirada se transforma gélida, herida.

—¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué, por lo menos, no me lo dijiste, Julieth?

Voy a responderle, aunque me siento bastante desorientada con tanto dolor en él.

Antes que pueda hacerlo vuelve hablar y le permito desahogarse. Parece que pudiera explotar en cualquier momento si no drena todo lo que tiene atorado entre pecho y garganta.

»También era mío —continua mientras se pierde en la oscuridad verdosa tras de mí, ni siquiera me observa y su ronca voz sale atropellada e irreflexiva, casi inconsciente—: Entiendo que es tu cuerpo, entiendo ese jodido tema de tus derechos y cuán jóvenes estamos. Sin importar eso, yo... siempre me prometí amar y proteger a quien un día sería mi hijo, que nunca ningún niño pasaría por lo que yo pasé. No lo rechazaría o vería su existencia como una carga —Vuelve a sollozar—. No distingo entre feto o bebé, aunque conozco la ciencia... en mi corazón ya había vida, lo era —susurra—, una vida creciendo que también era parte de mí. Hubiera deseado que lo tuvieras y te juro que me habría hecho responsable, te acompañaría en todo el proceso, incluso yo... cuidaría de ti y tu cuerpo para que no sufriera grandes cambios durante y después. Deseaba que por lo menos me hubieras dado la oportunidad...

He comenzado a sollozar junto a él a causa de esas palabras desgarradoras, de imaginármelo siendo un niño que se sentía una carga para su madre, indeseado y no querido.

—No es lo que crees, de verdad —Lo interrumpo desesperada por no seguir escuchándolo, por no seguir viendo cómo se marchita con cada palabra—. Owen escúchame por favor, yo no-no lo hice, no estuve en ese lugar con intenciones de realizarme un aborto...

Nunca más un cuento de hadas [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora