Capítulo 29

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Luego de hacerme acabar una y otra vez dentro del auto y en distintas posiciones, me ha traído a su apartamento para alimentarme, asearme, mimarme y consentirme.

Está siendo más encantador que nunca, como si quisiera convencerme de permanecer aquí, a su lado y a como dé lugar. Es Cloe quien me detiene de no hacerlo, pero me debato aún más si debo irme sin hablar con él, empezando por el tema de cómo se enteró que estaba en el centro médico y específicamente en el área de abortos.

Necesito respuestas y confesiones, no me quedaré atrás con mi secreto. Uno que tal vez será inofensivo para él, pero a mí, me está aniquilando lenta y dolorosamente.

Ya no me parece tan buena idea tragarlo y guardarlo en el fondo de mi pecho, siento que comenzará ahogarme más temprano que tarde y terminaré haciendo cuanta estupidez se me atraviese, por querer sacarlo de allí. Supongo que la mejor manera será soportar el dolor de un posible rechazo más y confesarlo, por lo menos quitaré la duda de si es un «te amo, pero lo nuestro no puede ser, por ahora» o «te quiero, pero no estoy enamorado» Cualquiera de las dos me rompería un tanto más el corazón; no obstante, saber que no estoy amando sola, puede ser una buena pomada para la herida, aunque desee con todas mis fuerzas saber el por qué… y no vaya a obtener respuestas.

El sonido de mi celular me devuelve a la realidad y me obliga a desviar la vista de esa firme y apetecible espalda que restriega los platos en su cocina.
Es mi mejor amiga.
Respondo con rapidez y un tanto predispuesta:

—Cloe, ¿todo bien?

—Tal vez no es mi momento de estarlo —Solloza.

Me pongo de pie alarmada buscando las llaves de mi auto.

—¿Qué pasó?

—Nada, estoy nostálgica —Sorbe por su nariz—. He hablado con el abuelo y volvió a olvidarme.

—Oh, linda —Suelto un suspiro entre aliviada y apenada por escucharla así—. Voy saliendo para allá, no tardo.

—No, quédate con tu Cerebrito y confiésale todo mientras te penetra fuertemente —Me carcajeo divertida porque ella es tan Cloe en todo momento sin importar cuan destrozada esté—. En realidad, llamaba a decirte que volveré a casa, no aguanto estar lejos y debo hacer que ese viejo vuelva a recordarme. También quiero contarle que… estoy embarazada.

—¿Y si se le escapa contándoselo a tu madre?

—No importará, igual va a terminar enterándose en cualquier momento.

—Vale. Llámame si necesitas algo, cualquier cosa. ¿Estamos?

Vuelve a sollozar.

—He decido que mientras mi abuelo siga vivo y lleve al bebé en mi vientre, no volveré a la universidad. Quería decírtelo en persona, pero necesito que lo sepas desde ahora porque me llevaré la mayoría de la ropa.

Mis ojos se llenan de lágrimas porque llegar a esa habitación y saber que ya no estará, me duele horrores. Se sentirá muy vacío. Sin embargo, sabría que sucedería en cualquier momento, esa decisión ya había sido tomada, pero necesitaba un empujoncito y el bebé que crece dentro, lo ha sido.

—Voy a extrañarte tanto —Tomo una fuerte respiración para aguantar el llanto—. Vah, olvídalo. Ni que te fueras a otro país. —Soltamos una risita.

Nunca más un cuento de hadas [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora