Capítulo 19

1K 92 19
                                    

La maestra no nos permitió realizar nuestra alocada idea sobre la biblioteca, sólo nos pidió reformarla en su sitio. Pensando que, si el trabajo era excelente, impecable y genial, lo presentaría para las reformas que está realizando el gobierno en la ciudad.

Eso nos motivó enormemente para hacer de este proyecto el mejor de nuestras carreras hasta el momento. Si logramos que sea aceptado, ni siquiera tendríamos que hacer trabajo de grado, este sería tomado en cuenta para tal fin.

Observo a Owen trabajar durante unos segundos y vuelvo a maravillarme con la manera tan exacta como su mente máquina y sus manos se mueven, hace evidente lo bueno es para esto. Tiene un poco más de información técnica comparado conmigo, sin duda es un cerebrito con buena retención, sin dejar de lado que está un semestre por encima y eso le da algo más de ventaja.

No me estoy menospreciando, soy inteligente, dedicada y responsable, sin embargo, a su lado no puedo competir mucho. Puedo aportarle dentro de la experiencia, materiales, creatividad e ideas basadas en trabajos donde estuve al lado de papá mientras él los hacía, o, incluso, cuando comencé a crecer ayudaba en algunos. Fue Jacobo quien me enseñó a realizar los primeros trazos cuando todavía estaba en el colegio.

El punto es que Owen Clark es como el paquete de un premio completo. Su físico es atrayente y encantador, pero su inteligencia es atrapante y cautivadora. Una combinación altamente peligrosa de la cual es casi imposible salir ileso. Estoy perdiendo la fe de que yo vaya a lograrlo. 

Al parecer el cerebrito y yo hacemos un buen equipo en cuanto al proyecto, todo ha fluido con facilidad. En cuanto a lo demás, ninguno se ha encargado de romper completamente la distancia e incomodidad que se formó desde mis estúpidos reclamos. Desayunamos en silencio, el fue a ducharse y luego comenzamos con el trabajo; no se ha hablado de nada más durante dos horas. 

Muerdo mi labio inferior sin poder concentrarme y sintiendo que debo ser yo quien dé el paso. Tomo aire y abro mi boca para comenzar hablar, pero vuelvo a cerrarla rápidamente decidiendo que es mejor terminar de cortar estas piezas. Lo que menos necesitamos en este momento es distraernos en algo que necesita de mucha atención meticulosa, son recortes milimétricos que deben quedar perfectos.

Aproximadamente, veinte minutos después, podemos soltar el aire y relajarnos. Separamos el material que debemos cortar en un lugar especial para continuar con lo que si logramos hacer en el momento y avanzar.

Considero que la arquitectura es una de las carreras más demandante en cuanto al tiempo, sin contar los demás gastos, no sólo monetarios. Es una profesión que necesita de mucho amor, devoción, compromiso, vocación y placer, para nada es fácil, ni, aunque seas el más inteligente de todos.

Mis dedos y demás músculos del cuerpo se sienten tensionados, así que estiro un poco y me pongo de pie para realizar una especie de pausa activa. Quedo detrás de Owen quien mueve sus hombros y cuello liberando rigidez,  luego continúa y desbloquea el portátil.

Me acerco con algo de nerviosismo e inhalo fuerte su aroma cuando estoy lo suficientemente pegada a su espalda, pongo ambas manos sobre sus hombros y aprieto con fuerza para luego masajear. Al comienzo se irgue y tensa más de lo que está, luego libera un suspiro y se relaja permitiéndome hacer sin decir una palabra, soy yo quien hablo:

—Dije lo siento y de verdad lo hago —Exhalo con fuerza—. ¿Por cuánto más vas aplicarme la ley del hielo? —bromeo y suelto una risita tonta que oculto con un carraspeo reprendiéndome mentalmente por estar actuando con tanta vacilación y timidez.

Llevo mis masajes hasta su cuello y lo escucho soltar un gemido de satisfacción, suspira y deja caer su cabeza recargándola en mi estómago. La inclina hacia atrás y me observa con seriedad a través de sus espesas pestañas. 

Nunca más un cuento de hadas [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora