—Basta —Tomo respiraciones rápidas mientras llevo las manos a mis rodillas—. Sufi... mierda —Jadeo desesperada por aire y aspiro fuerte. Hasta respirar duele—. ¿Acaso quieres matarme, Owen?
El maldito despliega una sonrisa pícara y bebe agua como si nada. Aunque está sudando y algo agitado, para nada está desesperado por aire como mis pobres pulmones.
Se aprovecha de su excelente rendimiento y buen físico, aparte de mi orgullo y el deseo de ver su pecho sudado y duro trasero, para llamarme a las 5:00am. Su vocecita retadora diciéndome que no soy capaz de incrementar la velocidad en la que normalmente le doy 5 vueltas al campus... y este jodido campus es enorme.
—Estás haciéndolo bien, sólo falta una vuelta. ¿Vas a rendirte ahora?
—Tú como entrenador serías un hijo de... —mascullo y comienzo el trote de nuevo sin terminar el insulto.
No olvido que su madre verdaderamente era una puta y no por acostarse con múltiples hombres, sino por tener hijos de los cuales no quería hacerse cargo, por no asumir su responsabilidad como madre el día que decidió parirlos y mantenerlos bajo su asqueroso techo. Aprieto mis manos en puños y la ira que invade mi cuerpo también es una motivación para sentir que puedo dar un poco más.
Arden mis piernas, mi abdomen y mis pulmones; pero no le daré el gusto de que me observe de nuevo con esa carita de superioridad. Aunque ambos sabemos que es bastante superior a mí en el deporte, su nobleza y humildad no le permite alardear, sólo actúa así porque es la única manera que me insta a no rendirme y darme fuerzas para levantarme de la cama a esa hora.
Prometió invitarme a desayunar, eso también ayudó.
—Relaja los músculos, bonita —susurra a mi lado mientras me rebasa y vuelvo a tener ese culo perfecto a la vista.
¿Cómo hace incluso para hablar normal mientras corre? ¿De qué puto mundo es?
Luego de quince minutos más y sintiendo que voy a morir, logro visualizar el punto de partida a una distancia aproximada de 200 metros, pero creo que si no paro ahora me voy a desmayar.
Antes que pueda suplicarle detenernos, el habla:
—Excelente, caminemos.
Disminuye su velocidad esperándome. Hago lo propio cuando vamos a la par y me llevo la botella de agua a la boca con desesperación. La necesito más que a nada en el mundo en este momento.
Percibo la mirada del cerebrito sobre mi perfil y en menos de un segundo se ha detenido e inclinado para sostener mis rodillas y espalda desde atrás, cargándome como a una bebé. Suelto un gritico y el movimiento provoca que parte del agua se derrame. Mis pezones se irguen rápidamente por el frío.
Normalmente utilizo un top debajo del buso para entrenar, pero no llevo sostén y eso causa que se noten con mayor facilidad.
Su mirada recae en mis pechos y traga fuerte, la desvía rápidamente hacia mis ojos y me da una de sus expresiones de niño tierno, inocente y avergonzado.
—Perdón —murmura.
—No te perdono —zanjo y sonrío.
Como puedo cierro la botella mientras me dejo caer sobre su hombro. Aspiro su olor y luego suelto un suspiro cerrando mis ojos.
Unos minutos después en los que he sentido algunos estudiantes cuchichear y detenerse para ver como camina hasta la residencia conmigo en brazos, me importa tan poco que ni me inmuto en abrir los ojos. Sé que está tenso y no es por cargar mi peso, a él si le incomoda tanta atención.
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Nunca más un cuento de hadas [Completa]
Romance[+18] Érase una vez una vida perfecta... Con una familia unida, una casa enorme, buena posición económica; mucha inteligencia, buenos talentos, personalidad, belleza; los amigos más incondicionales y el mejor novio... ¿Qué más podría pedirle a la vi...