-Otra vez.
Pensaba en todo lo que estaba pasando mientras trataba de convencerme que no estaría tan mal. O al menos eso intentaba hacer.
-¿M-Me puedes prestar un lápiz?
-S-Sí.
-Muchas gracias.
Era un chico un poco gordo, pero desde que me habló, me cayó bien.
Su nombre, Francis.
Ese día hice varios compañeros nuevos, y todos me caían bien. Fue un poco mejor de lo que pensé. Por un momento, recordé todo lo que pasó alguna vez. Decidí olvidarme de esos recuerdos por un momento.
A la siguiente semana, estábamos en clase de Geografía; y de la nada y sin previo aviso, llega Barry (otro compañero mío), se me acerca y dice:
-Estoy metido en algo. Debes ayudarme.
-¡¿Qué rayos?! ¡Llevamos una semana en el colegio!
-Sí, ya lo sé, pero ya me conoces... A-Además, tú eres el único que me puede sacar de este lío.
-¡¿Y por qué yo?!
-¡No grites!
-Vale, vale; pero tú tampoco lo hagas. Ahora dime como se supone que deba ayudarte.
-Verás, tú tienes fama por ser... como te lo digo... ¿Imponente?
-...?
-¡Tienes cara de un maldito violador, men! ¡Me infliges respeto cuando te veo, cabrón!
-Ya men, te van a escuchar. Ya veré que hago luego.
Estando ya afuera, me acerqué al chico, y le puse mi mirada más seria que puse. O al menos eso intenté. Me ganó la risa.
-Debes estar de broma.
-Lo siento. (pppfff)
-No molestes, tío.
-Okokok.
Al final pude mostrarme algo serio con aquel problema y trataron de solucionarlo.
No fue hasta que dijeron que mi amigo le debía como algo más de 10 fajos de billetes gordos, que me di cuenta en lo que me había metido.
-Corre.
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Era un Martes 7...
RomanceHace mucho tiempo que no recuerdo esto, hasta creo que olvidé el día. Pero había algo en esa historia que me dejaba un poco confuso, algo que me hacía rememorar lo que pasó una y otra vez...