Insomnio

6 0 0
                                    

Han pasado ya varios días.

Nada ha cambiado.

La luz de la luna ya no llegan a mi ventana.

Solo me alumbra un fino rayo de esperanza.

A pesar de que Sarah y yo sigamos en contacto, no es lo mismo.

-¿Estás mejor?

-Sí, algo.

-Deberías hacer algo para que te distraigas.

-No, así está bien.

-...

-No digas nada.

-Como quieres que no lo haga, llevas días sin comer y se ve a kilómetros que casi no duermes. Todo el día solo hablas de eso y, en parte, es malo. Déjame ayudarte. Distráete. Sal a pasear. No sé, pero no puedes seguir así.

-Claro que puedo, solo son unos años...

-No lo sé. 

-Solo déjame solo, Susan.

Los días seguían iguales, las mismas rutinas, las mismas conversaciones cada día... A veces pensaba en lo tétrico y repetitivo que era todo.

Todos decían lo mismo desde ese día: "¿Sigues con ella?" "¿Como te sientes?" "¿Es bueno tener una relación así?" "Ojalá les dure"...

En realidad, lo estábamos intentando. Quise probar si es que las cosas funcionaban como quería.

-¿Lo debería intentar?

-No lo sé. O sea, la vida se trata de arriesgarse, pero no sé si este sea el caso.

-Pero tu fuiste la primera que me dijo que me arriesgara.

-Sí, o sea no. ¡AY! Es un poco complicado...

-Osea que no.

-Sí. O no... En realidad, no sé; pero si decides arriesgarte, hazlo por tu cuenta. Está también la opción de que no funcione.

-Sí sí sí, eso ya lo sé, y, en parte, eso me preocupa.

-...

-Ok. Me arriesgaré... Y si no funciona... Bueno, eso ya lo pensaré luego. Gracias Carol.

-De nada.

Lo demás fue lo mismo. Era jueves. Debía ir de nuevo a clases.

Las horas transcurrían sin parar, hasta después de recreo. Por alguna razón me sentaba en los asientos de atrás. En eso, veo algo que me llama la atención.

Una chica y su amiga conversaban sin parar y me causaba un poco de gracia. Esa chica la podía reconocer fácilmente por su fluidez al hablar. Siempre fue callada, y mucho; pero cuando se le pedía su opinión sincera, respondía con total contuncencia.

Su nombre, Ellie.

Desde que la vi me pareció algo interesante. Decidí entablar una conversación con ella. No recuerdo muy bien como empezó, pero según ella, dice que yo empecé a preguntarle una serie de cosas y me pareció aún más interesante.

-Deja de hacer eso.

-¿Qué cosa?

-Adivinar como soy.

-Pero me es inevitable. Te pareces mucho a alguien.

-...

-...

-...

-Okokok.

En realidad, no estaba adivinando, solo veía como se parecía a mí, y empecé a responder lo que suponía.

-Me siento como un libro abierto.

-Lo siento.

Al ver tal similitud entre los dos, empecé a decir cosas al azar sobre mí, y acerté en todas. Ella era una, tenía una compañera con la que siempre estaba, ella se llamaba Jenni, y, al parecer, era casi inseparable de Ellie. Cada que las veía, le pedía ayuda a ella, estaba con ella para todo. Según creía, eran mejores amigas. Si intentaba hablarle a Ellie, Jenni me miraba a lo lejos con cara amenazante. A veces daba miedo. Luego ya comprendí su cercanía.

Aún conservaba el insomnio y el estrés.

Creo que ya lo he dicho muchas veces, pero, a veces, cuando pienso que todo va a mejorar, termina siendo peor. Eso es justo lo que pasa ahora.

Era un Martes 7...Where stories live. Discover now