Soledad

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Desde que estoy aquí, pues nunca me sentí así. Llevava años en el mismo plan: Levantarme ojeroso, desayunar apurado, vestirme a justas y llegar un poco tarde al trabajo. Laboraba en una empresa con Anthony y Steve (sí, al final decidimos estudiar la misma carrera y graduarnos en la misma universidad), creo que se llama Universal CORP o algo así (ni siquiera sé donde trabajo) y acabado el día me retiraba exhausto a mi pequeño departamento ubicado en una calle común. La mayor parte del día me la paraba con dolores de espalda y de cabeza.

En el camino, a veces me encontraba con una anciana que me caía bien. Vivía sola y de vez en cuando me contaba historias que ella vivió. Mil y un aventuras llenas de emoción y suspenso por doquier, viendo aquellos dramas de los que fue presente alguna vez. Me gustaba ir a fin de mes a tomar un café con ella.

Después de ella, tenía a mi familia, a los cuales llamaba de vez en cuando; cada uno tenía su vida ya hecha y estaba al pendiente de ella.

Un día, al regresar de esa labor, sólo me eché en el sofá y pensé en lo que alguna vez fui, e instantáneamente lo recordé.

Con Sarah, nunca dejamos de hablar; nuestra relación de amigos de hizo más cercana y pasaron los meses. Conocí otro lado de ella, uno donde podría ser más libre aún y lo que dijera, no afectaría en nada porque ya no estábamos y era una relación de amigos.

Podrán decirme IDIOTA (otra vez) y pues, ya saben, le propuse que sea de nuevo mi novia.

Aceptó.

Fui feliz de nuevo e intenté hacer las cosas bien.

Intenté.

Pero no había nada por hacer.

La separación era inminente.

De alguna u otra forma, yo lo provoqué.

Y lo acepto.

Debí esforzarme más, pero fui un rebelde y un tonto el cual no supo aprovechar las grandes oportunidades que le dio la vida.

Y pensé que acabaría, pero no.

Era un Martes 7...Where stories live. Discover now