Los brazos del pelinegro me sostienen con fuerza, evitando que me aparte de su lado. Nos quedamos ahí por unos minutos, hasta decidirnos a enfrentar lo que sigue después de esto.
Cuando me levanto, él sostiene todo mi cuerpo con sumo cuidado, siento su espalda detrás de mí y su acelerada respiración en mi nuca. Mis dedos cosquillean por acariciarle así que sostengo su mano, pero sigo sin atreverme a mirarle.
Temo que cuando le mire a los ojos, algo haya cambiado de forma definitiva.
El temor de que mi esencia cambie después de nuestra unión me detiene de analizar este fuerte lazo que ahora siento hacia él.
Mírame, Eyra
Escuchar de nuevo su aterciopelada voz en mi mente me hacen saltar de la impresión. Cierro los ojos y aprieto sus dedos fuertemente para envalentonarme a observarle.
Respiro una vez más y me giro hacía él.
Mantengo los ojos cerrados, no me atrevo a abrirlos aún. Siento sus dedos levantar mi mentón y a su otra mano sostenerme por la cintura.
— Por favor, Eyra. Mírame —escuchar su ronca voz en la realidad me invitan a observarle.
Suelto una exhalación de golpe al contemplarlo, es como si lo viera por primera vez.
Maldita sea.
Ahora sé, que está unión era inminente y darme cuenta de aquello no es desagradable en lo absoluto.
Siento la imperiosa necesidad de tocarle, así que estiró mi mano y con mis dedos acaricio la suave piel de su rostro. Cierro los ojos unos instantes más, acostumbrándome a esta sensación que nace en la boca de mí estómago.Nunca había sentido nada igual. Cuando abro los ojos Bael está sonriendo, se le ve satisfecho, dichoso.
—Bael— susurro. Mi voz se escucha áspera. Me cuesta bastante decir su nombre, pero saboreo las palabras en mi boca.
— No sabés cuánto esperé para que me miraras de la forma en que lo haces ahora.
Besa una y otra vez mi mano. No puedo evitar sentirme extraña ante esta muestra pero no me disgusta.
Me agrada.— Tengo algo para ti, princesa —la emoción baila en su voz y aquello me arranca una sonrisa inevitable.
Las uniones de sangre hacen que compartas tu esencia con la del otro, se mezclan y se fortalecen la una a la otra. Se vuelven una.
Y eso es malditamente aterrador, pues ahora en mis marchitos sentimientos logro sentir eso que tanto me desagrada de él y de su madre y ahora lo peor de todo es que ya no me resulta tan malo.Busca en la solapa de su traje y saca una cajita de cuero negro. Abre su tapa con lentitud, dándole más énfasis a lo que guarda en su interior.
Un enorme diamante rojo de forma cuadrada reluce en el interior, está rodeado de pequeños diamantes menores que hacen ver aún más especial al progonista de aquella joya.
Le miro con impresión y el sonríe, ilusionado.— ¿Te ha gustado? ¿Puedo ponértelo?—pregunta. El nerviosismo en su voz hacen que le mire con ternura. Quién diría que un poderoso ser como el que tengo delante se pondría nervioso con la opinión sobre una joya.
Aunque no es sólo una joya en realidad. Es el símbolo tangible de nuestro compromiso.
— Me encanta—murmuro con emociones encontradas.
Desliza con suma destreza el anillo en mi dedo, queda perfecto.
Está en su legítimo lugar, uno que no ha de abandonar jamás.Ambos nos miramos con un gesto tranquilo. Bael se aproxima y deja un casto beso sobre mis labios, el cual me arranca una risilla un tanto macabra.
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EL ÁNGEL DEL INFIERNO
FantasyEN PAUSA ⏸ Se encontraba ahí frente a él. Erguida, de pie y con porte digno como demandaba su estricta preparación para este momento. Avanzó hasta él para acabar con su vida pero, simplemente no pudo. Él respiró pesadamente, evidenciando un poco s...