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— ¿Hay alguien herido?

Los analizo a todos y cada uno, nadie tiene más que un par de rasguños.
Respiro con tranquilidad.

—No mi señora, es momento de volver al cuartel he informar a nuestro rey sobre nuestra primer victoria 

Asiento y abriendo mis manos libero un poco más de la energía absorbida y creo un portal para volver, van adentrándose todos, dejándonos a Bael y a mi para el final.  
Tomo la mano de aquel que ha de acompañarme en todas las próximas batallas de mi existencia y cruzo con seguridad de no estar sola en esta gran lucha.

Nos hago aparecer a todos en nuestra sala de reuniones, estoy por reír de júbilo cuando nos embarga la sorpresa al sentir un conocido y subyudaror poder

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Nos hago aparecer a todos en nuestra sala de reuniones, estoy por reír de júbilo cuando nos embarga la sorpresa al sentir un conocido y subyudaror poder.

—Mi señor

Me inclino en una profunda reverencia, la risa muere en mi garganta.

Mi padre se encuentra sentado a la cabeza de la mesa de nuestra sala de reuniones, tamborilea sus largos y masculinos dedos sobre la madera, su gesto es tranquilo y calculador.

—Los estaba esperando— dice.

Era de esperarse, al rey no se le escapa nada.

—Hemos ganado mi señor

Me enorgullece comunicarle esto, sin embargo ni siquiera sonríe. Se queda con una expresión fría.

— Ganado...
Muy bien, sin embargo quiero que sepan que esto no es nada con lo que nos espera. Nada. Así que lo mejor ha de ser que cuiden sus espaldas desde ahora. Para este momento mi padre ya debió de ser avisado—sus ojos lucen una expresión siniestra cuando habla del creador— Así que fuertes batallas están por venir. No me decepcionen.

—No pasará, padre.

Asiente y se pone de pie con magnanimidad, camina a paso lento hasta nosotros, por un segundo creo que viene hacia mí, sin embargo se detiene frente a la hermosa demonio de ojos violetas.

—Lilith— ella solo hace una referencia en cuanto esta frente a su rey aunque ella nunca lo había hecho.

Estuvo desde el principio de la existencia de Lucifer, mi padre. Fue su señora y acompañante por milenios, no se había inclinado nunca, hasta ahora.

Ante aquel gesto mi padre aprieta la mandíbula, es momento de que empiece a reconocer el daño que ha causado.

—Señor....

En cuanto termina el susurro de Lilith mi padre desparece en una nube de sombras.

—Bueno, nuestro rey ya está al tanto y también nuestro enemigo. Hemos de ganar esta lucha siervos míos. Les pido que estén a mi lado en esta guerra, y me acompañen hasta que alcancemos la grandeza—les digo a todos una vez que las sombras de mi padre se han marchado por completo.

EL ÁNGEL DEL INFIERNODonde viven las historias. Descúbrelo ahora