Me deshago de su agarre de forma un tanto brusca, lo que consigue que me el rubio me observe de forma extraña. Sólo me abrazo a mi misma, abandonar la calidez de estar entre sus brazos es una decisión un tanto complicada. Pero a pesar de mi estrenada naturaleza celestial no pertenezco a este lugar, no pertenezco a su raza. No pertenezco a sus brazos.
—Será mejor que olvidemos lo que acaba de pasar, y que no vuelva a repetirse. —le digo con una firmeza y convicción que no siento en realidad, sus ojos relampaguean con algo parecido a la ira después de escucharme. Su mirada se vuelve filosa, agria.
Da un paso hacia atrás para poner más distancia entre nuestros cuerpos mientras asiente de forma mecánica.
—Queda olvidado de mi parte, princesa. Y concuerdo en que no debe volver a pasar, así que absténgase de volver a besarme— escupe altivo, cerrándose. Da media vuelta y empieza a caminar con resolución poniendo una buena distancia de por medio.
Abro la boca con sorpresa. Esta bien que yo inicié aquel sutil roce, sin embrago el fue el que aceleró y prendió las cosas de aquella forma tan sensual. Decir que fui exclusivamente yo la que le besó, se queda corto. Bufando empiezo a seguirlo, su amplia espalda se encuentra tensa al igual que sus largas y fuertes piernas. Está enojado. Decido darle su espacio, querer entablar una conversación con el furioso ángel no parece una buena elección.
El tiene cosas que pensar, y yo también.
¿Cómo puedo volver con mi gente?
¿Cuándo?
El frio que arrasa cada terminación nerviosa de mi cuerpo hace que me distraiga de planear un elocuente plan de escape, el titileo de mis dientes ante el intenso castañeo que hace mi mandíbula por el inclemente clima me distrae enormemente, además no es como que el atuendo elegido por Lecabel fuera una decisión inteligente ante el inhóspito y bello lugar me hace maldecir en silencio no llevar la ropa adecuada. Y como si de una contestación a mi llamada de auxilio silenciosa se tratase, mi cuerpo reacciona a mis necesidades mientras sigo a paso apresurado a Caliel.
Mis alas se expanden para después envolverme en un suave movimiento, envolviendo mi congelado cuerpo en una grata cortina de plumas, sonrío sin poder evitarlo, vaya que tiene sus ventajas esta raza. Ahora también la mía. Estoy en un punto extraño entre los dos poderes, conservando lo mejor de ambos. Vuelvo de mi ensoñación para mirar adelante, donde el rubio sigue caminando a grandes zancadas sin dirigirme una mirada siquiera.¿Cómo culparlo? Seguramente debe sentirse culpable, pero no sé si por haberse dejado llevar por mí, o por fallarle de algún modo a sus memorias con Aniel que guarda este lugar, tal vez, un poco por ambos casos.
Estoy a punto de peguntarle porqué caminamos en lugar de alzar vuelo cuando ubico a un agitado pelos blancos que tiene una mirada de concentración en su hermoso rostro, camina de un lado al otro mientras muerde de manera nerviosa sus labios, una vez que escucha el crujir de las pesadas pisadas de su hermano parece salir de pensamientos que parecían perturbarle pues levanta la cabeza en un solo movimiento, soltando el aire que contenía en una sola y sonora exhalación de alivio.
—¿Por qué estas mojado? ¿Qué ha pasado? ,—alcanza a Caliel en un abrir y cerrar de ojos, examinándolo con cuidado buscando alguna señal de daño o qué se yo, pasando sus manos de manera insistente por su rostro. El otro se quita las manos del menor de un manotazo, no alcanzo a ver su cara al estar a sus espaldas, pero a juzgar por la escrutadora mirada que le dedica Lecabel no debe estar dirigiéndole una sonrisa agradable. Una vez que parece que esta satisfecho de la inspección al gran espécimen que cubre mi cuerpo del escrutinio del otro empieza a buscarme con sus grandes ojos grises, los cuales se abren con sorpresa y admiración al percatarse de mi diferente apariencia. Da un paso en mi dirección boqueando de forma graciosa mientras recorre con voracidad la imagen que represento ante sus ojos; cubre su boca con su mano mientras levanta sus claras cejas conteniendo una exhalación de estupor, — Tenía razón, lo sabía—, dice con emoción que se filtra en su grave voz, parece dar saltitos hasta que pasando la gran anatomía del otro queda justo frente a mí. Extiende sus manos para tocar el par de alas que envuelven mi cuerpo, su nublada mirada está completamente cubierta por un brillo maravillado, cuando está a punto de acariciarlas levanta sus grandes ojos que lucen aniñados pidiéndome permiso para tocarlas. Asiento para él con una suave sonrisa que le motiva a acortar la distancia que parece ansioso por reducir, escucho como contiene un gritito extasiado cuando extiende ambas manos para acariciarlas, ganando un pequeño respingo de mi parte al sentir la suavidad de su toque recorrer todo mi cuerpo, es un área erógena recientemente descubierta, percibo cada deslizar de la yema de sus dedos sobre las plumas. —¿Podrías extenderlas? —pregunta mientras atrapa con fuerza su labio inferior, esperando con ansia mi respuesta. Sin contestarle doy unos cuantos pasos hacia atrás, observo con ternura como su mano se ha quedado extendida queriendo perpetuar la caricia. Cierro mis ojos preparada para darle gusto, ignorando el hecho de que una vez las abra quedaré completamente expuesta a su mirada, pero no es algo a lo que deba prestarle mayor importancia, no ahora. En un suspiro escucho como rompen el aire ante la velocidad que generan cuando se extienden por completo, aún con los ojos cerrados escucho el jadeo maravillado que deja escapar, una vez vuelvo a abrirlos veo su iluminada mirada clavada en las obscuras plumas que resaltan de las otras—Son... preciosas. Tú, te ves... te ves...
Cubre su mandíbula con fuerza mientras suelta un chiflido en reconocimiento, cuando su inocente mirada descubre la trasparencia que cubre el resto de mi cuerpo sus blancos mofletes se tiñen de un abochornado y tierno color rosado.
—¿Cómo me veo?
Pregunto con emoción ante su reacción tan pueril. Me da la espalda tras darme una rápida mirada de cuerpo completo.
—Luces hermosa— susurra tan bajo que apenas soy capaz de escucharle.
Ensancho mi sonrisa hasta que un gutural gruñido nos saca de escena. Es Caliel con su humor inestable el que rompe con tan grata circunstancia. Es lindo recibir aquel halago teniendo en cuenta que el rubio que acaba de gruñir en desacuerdo, no hizo más que mirarme con curiosidad.
—Es hora de irnos— demanda con voz dura.
Levanto mis ojos buscando su mirada, buscando de forma infantil e indigna de mi posición que confirme de alguna forma la aseveración que dio su hermano sobre mi físico, sin embargo, aparta la mirada de forma súbita. Rehuyendo mis ojos.
Negándome un respuesta.
El capítulo de hoy es corto, demasiado...
Pero espero que lo hayan disfrutado.No queda mucho para volver a ver a un sexy demonio pelinegro que se llevará una no tan grata sorpresa...
¿Qué creen que pueda pasar?
Pero bueno hasta aquí el reporte de hoy😉
No olviden votar y comentar angelitos demoníacos.
Próximo capítulo sábado o domingo.OPTOFOBIA.
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EL ÁNGEL DEL INFIERNO
FantasíaEN PAUSA ⏸ Se encontraba ahí frente a él. Erguida, de pie y con porte digno como demandaba su estricta preparación para este momento. Avanzó hasta él para acabar con su vida pero, simplemente no pudo. Él respiró pesadamente, evidenciando un poco s...