Capítulo 38

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Mi cuerpo se seguía sacudiendo con pequeños sollozos para cuando sentí una calidez que ya había empezado a reconocer halarme hacia su cuerpo, alejándome definitivamente del menor de los ángeles para después levantar mi pequeño cuerpo para abrazarse a mí.

—Lo lamento angelito, lo lamento mucho— sus dedos retiraron las lágrimas de mis mejillas mientras que en un acto que no me esperaba para nada, se dedicó a besar mis húmedos parpados—Ya no llores princesa. Por favor, ya no llores.

Mi cuerpo se sintió aún más sentimental al pensar en lo que podría ocurrirle a la criatura en manos de mi gente, en manos de mi padre; Pasando mis brazos por su cuello dejé que una vez más uniera nuestros cuerpos sin que existiese la mínima separación, quería sentirle mientras me consolaba por sus erradas decisiones. No sabía cuánto tiempo le podría abrazar, sus días habían quedado sellados desde el instante en que pronunció aquellas palabras que en otras razas y circunstancias habrían sido de lo más sencillas, incluso insignificantes, pero no para mí, no para nosotros.

—Morirás Caliel—susurré con el corazón en un puño mientras me aferraba más a él.

Sentí como su cuerpo se tensaba para después relajarse con la misma rapidez, con una de sus grandes manos se dedicó a acariciar mi espalda para que me tranquilizara, pero es que no podía concebir que después de lo que la criatura había pasado y lo que yo misma tuve que darle para que sobreviviera y que existiera la posibilidad de que el celestial muriera en manos de criaturas infernales terminaba por atenazar mi corazón. ¿Y todo para qué? ¿Qué ganaba él con que yo le amara más que una sentencia de muerte? Es más ¿Era realmente probable que yo pudiera amar a alguien? — ¿Por qué pedisteis eso celestial?

Golpeé su pecho suavemente con uno de mis puños, su mano envolvió la mía deteniendo mi derrotado gesto, llevó mi mano a sus rozados labios mientras besaba mi dorso. Levanté mi rostro para entre lágrimas enfocar aquellos orbes tan magnéticos, en su mirada había incertidumbre, pero también una resolución encomiable, esperé por su respuesta lo que me parecieron minutos enteros, sin embargo, su primera acción fue negar lentamente. Escuchaba incluso la respiración contenida del ángel a mis espaldas igual de intrigado que yo por las decisiones del rubio.

—No lo sé princesa. Sólo sentí que te necesitaba un poco más a mi lado. —Me miró con intensidad, su hermoso rostro logró calmarme al ver su gesto tan contrito, pero aun así sentí una nota de decepción tras sus palabras.

Levantando mi mano acaricié su mandíbula con suavidad mientras mis ojos trataban de guardarlo a fuego en mi memoria, después simplemente abrí mis labios para soltar una verdad de la que había dialogado con mi pelinegro. Aunque en ese entonces no sabia que las cosas se podrían torcer por la criatura que me sostenía con fuerza contra su torso.

—No sé amar Caliel

Al escucharme vi como su mirada se dulcificó, movió su frente para recargarla contra la mía, fui capaz de sentir sus labios casi rozar los míos mientras se sonreía.

—Yo puedo enseñarte.

Su voz acarició mi alma y en una sorpresiva respuesta mi nueva aura celestial pareció salir de mi cuerpo para acariciarle, lo que nos hizo a abrir los ojos a ambos. Lecabel, que hasta el momento se había mantenido en un segundo plano se acercó con sus ojos brillando de deleite.

—¿Cómo habéis hecho eso Eyra?

¡Él también logró ver o sentir aquello?

—Yono lo sé—Contesté mientras negaba.

Ambos se dedicaron a mirarme con una cierta chispa de fascinación. Al verme más calmada Caliel decidió ponerme por fin en el piso, eso sí, con una de sus grandes manos envueltas en mi cintura para sentirme justo a su costado.

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⏰ Última actualización: Aug 17, 2020 ⏰

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EL ÁNGEL DEL INFIERNODonde viven las historias. Descúbrelo ahora