Siento como el agua entra a mi garganta a borbotones, asfixiándome. Quiero seguir gritando ante la desesperación de estar inmóvil en las heladas aguas, pero el agua desgarra mi garganta ante la brutalidad de internase en mi cavidad. Siento como mi corazón late desbocado ante la perspectiva de morir ahogada, pero por más que trato de liberarme de las invisibles ataduras, no puedo. No logro hacerlo. En un momento dado noto como mi cuerpo empieza a relajarse, ¿O a congelarse? No lo tengo claro. Lo único que sé, es que me he resignado. Caliel no vendrá por mí. Voy a morir aquí y voy a fallarle a mi padre. A mi gente. A mí
Percibo como las sacudidas de mi cuerpo empiezan a detenerse, siguiendo el ritmo de mi lento palpitar, preparando a mi cuerpo para entregarse a la salida más sencilla. Esa que promete dejar de sentir frio, desesperación. Estoy por entregarme aquella tentadora obscuridad cuando escucho su voz. Una que reconozco a pesar de no haberla tenido presente. Mi instinto me dice quién es. Aunque mi corazón se niegue a aceptarlo, a aceptarla, después de tanto tiempo pensando que estaba privada para siempre de su presencia, de creerla muerta y lejana de mí...
-No es tu momento, hija mía, - el suave aleteo de su divina voz recorre mis entumidas extremidades, dándoles fuerza. Siento una leve caricia en el rostro, pero por más que trato de enfocar algo frente a mí, no consigo ver más que el calmado estado del agua que me envuelve. Boqueo en un desesperado intento de internar algo a mis pulmones, aunque lo único que consigo es que la pura sustancia que en otras circunstancias da vida, le ceda celeridad a mi muerte. En el último aletargado palpitar de mi corazón escucho su susurro y siento a su energía embargarme ¿O es la mía?. -Vive...
Me quedo quieta viendo a la nada con una mueca de dolor hasta que mi cuerpo reacciona. Recibiendo con gusto el flujo de fuerza vital y celestial que se mantenía dormido en mi interior, relegado por la vigorosidad del poder legado por mi padre; mi espalda se rasga en un rápido y limpio movimiento, permitiendo la salida de dos majestuosas alas que rompen el halo de energía que ahora parece patético ante el poder que fluctúa de mis nuevas adquisiciones, tan blancamente impolutas como las nubes del cielo y tan obscuras en sus puntas uniéndose y reconociendo a mi poder demoniaco. Mezclándose. Se abrazan a mí, reconfortándome. Salvándome.
Una vez se extienden a mi alrededor logro ver a través de la negrura de mis ojos una silueta acercarse, sin embargo, no me da tiempo de más nada. Mis alas se extienden llevándome a la superficie con una fuerza arrolladora. Mi mano es la primera en salir de lo que creí seria mi fin, pero una vez sale mi cabeza absorbo el aire con necesidad, alivio, y éxtasis. No sólo estoy viva, me siento fuerte. Comprobé de manera algo espeluznante que también pertenezco a las criaturas celestiales. Soy parte tanto de las llamas del infierno, como del firmamento.
Levanto el vuelo más allá de la tierra que rodea el lago, apreciando la mortífera belleza que fue parte de mi punto de quiebre, el cual ha logrado que salga todo de mí. Que no esté sujeta ninguna de mis naturalezas.
Me permito extender los brazos, disfrutando del gélido aire que impacta con mi rostro; siento el frio cubrirme al estar empapada de pies a cabeza, volviendo trasparente la única tela que cubre la desnudez de mi cuerpo. Miro al cielo y me quedo así por un buen rato, pensando en la mujer que me engendró hasta que escucho el sonido del aire al ser cortado con velocidad, el rubio sale disparado en mi dirección desperdigando pequeñas gotas de agua en su prisa por llegar a mi altura.
Sus grandes alas se mueven furiosas a su espalda, haciendo que luzca espeluznante y perfecto.
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EL ÁNGEL DEL INFIERNO
FantasyEN PAUSA ⏸ Se encontraba ahí frente a él. Erguida, de pie y con porte digno como demandaba su estricta preparación para este momento. Avanzó hasta él para acabar con su vida pero, simplemente no pudo. Él respiró pesadamente, evidenciando un poco s...