Capítulo 51

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JACKI POV

Me levante aquella mañana sin ganas de nada. Era, sin duda el peor día de la semana, el peor sábado del mes, el peor del año, el peor de mi vida.  

Cuando los chicos me lo contaron salimos corriendo a los despachos y se tramitó mi salida. Cogí el primer vuelo y me presenté en casa tres horas y media después, con una mochila que llevaba lo absolutamente necesario. Me pasé todo el viaje llorando. La gente me observaba con una mezcla de pena y vergüenza ajena que no podían disimular. En mi garganta todo sabía a ceniza, a destrucción, a final.

Llegué a mi casa y nada más llamar al timbre y ver a mi padre lo único que alcanzó a hacer mi cuerpo fue precipitarse sobre el felpudo y llorar amargamente y en silencio. No fue una noche fácil, de hecho, aún me pregunto cuando el día se convirtió en noche. No dormí nada, apenas un par de horas.

Me miré en el espejo y tenía los ojos hinchados y enrojecidos, las mejillas coloradas, ni rastro de mis uñas y mi pelo se alborotaba como si no me hubiera peinado en meses. Bajo toda esa capa de desesperación encontré la sombra de la chica feliz que había sido hacia a penas horas, pero la poca felicidad que quedaba se torno en derrota cuando buceé un poco más dentro de mí y encontre el alma de un pequeño pelirrojo de seis años cubierto de pecas y sonriente ante cualquier situación. Bajé la mirada un momento y descubir mis puños tensandose. A los pocos segundos y casi sin saber como me encontré estallando un jarrón de barro contra el suelo, y contemplando como se deshacía en mil pedazos, al igual que mi corazón. Aquello no fue fácil el primer día,  y desde luego lo iba a ser menos el segundo. Iba a ser aún peor.

Salí de mi cuarto sin arreglarme, esperando que aún no hubiera llegado nadie. Bajé las escaleras despacio, de una en una, disfrutando del silencio, mi mejor aliado en esos momentos. No se oían voces de modo que todavía no era la hora. Entré en la cocina y allí estaba Grace, también muy ojerosa. Ella lleva un año con mi padre y conoce a mi hermano desde hace tiempo, es totalmente lógico que este muy dolida.

Las dos nos miramos a los ojos y nos acercamos. Nos fundimos en un abrazo y ella me tendió una taza de café fuerte. Era oscuro. Una lágrima resbaló por mi mejilla y calló en la taza, creando un pequeño circulo más claro. De repente mi padre irrumpió en la cocina con los ojos completamente enrojecidos, con la barba de dos días y desesperado. Jamás olvidaré esa imagen porque fue lo único que me faltaba para derrumbarme por completo.

Subí a mi cuarto y busqué ,entre lo que quedó en mi armario cuando me marché a la base, algo adecuado para el funeral, algo negro. La verdad, no encontré nada.

Me senté en la cama y dejé las piernas colgando en el borde, dejando que el peso del vacío tirara de mi hacia abajo. En ese momento alguien llamó a la puerta, era Grace. Miró al armario, abierto de par en par y revuelto.

-No sabes ni que ponerte ¿no?  

+Eso es...

-Sé que no es el momento para pensar en algo así,  pero te he traido esto - extendió un vestido negro hacia mi -  seguro que estás preciosa con él.

+Muchas gracias Grace... Ves a cambiarte tu también,  ya puedo sola- ella me sonrío y después de apoyarse unos segundos en la puerta se marchó.

Antes de todo necesitaba una ducha. Las pesadillas del poco tiempo que dormí habían causado estragos en mí, ojeras, sudores...Me metí en la ducha y dejé que el agua caliente liberara un poco la tensión que existía en mí. Que se llevara el miedo y la frustración por el desagüe.

Cuando salí había pasado al menos media hora, y ya había oído el timbre unas cuantas veces.

Salí del servicio y me metí en mi cuarto para cambiarme. Me puse la ropa interior negra y encima me probé el vestido que me había dado Grace. De vuelo, por debajo de la rodilla y manga larga. La verdad es que era precioso y me quedaba de maravilla. Me recogí el pelo en una coleta y me dejé el flequillo en la cara. El timbre siguió sonando mientras me vestía. Obviamente no me maquillé, no tenía que impresionar a nadie ni me importaba mi aspecto.

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