La Hija De Stark

16.

Luego de culminar el almuerzo con Clint y que todos se sentaran a comer entre bromas y risas, Natasha y María lavaron los trastes y mantuvieron una agradable charla.

—Se traen algo, no me lo niegues—La Viuda Negra sospechaba ya hace tiempo que había algo más que una amistad entre Steve y María.

La chica suspira.

—No ocurre nada entre Steve y yo, sólo una amistad—puntualizó dándole un traste que acababa de lavar para que Nat lo secara con un trapo de cocina y lo pusiera en su lugar.

—¿Te lo crees tú?—preguntó sonriendo.

—Mamá y tú serían las amigas perfectas—bromeó ya que lo mismo le decía su madre.

—Pues ella y yo queremos saber si la pequeña María Stark tiene sentimientos hacía Steve Rogers—empujó a la chica suavemente.

En eso Pepper Potts sale del ascensor rebuscando algo en su bolso.

—¡Pepper que bueno que llegas!—exclamó María a su salvación de las preguntas de Natasha.

—¡Vaya! Hola—sonrió acercándose a ellas y dejando el bolso en la encimera y sentándose en un taburete.

—María cree que no le voy a seguir haciendo preguntas sobre Rogers—dijo cruzándose de brazos intentando ocultar su sonrisa.

Pepper mira a María y sonríe—Sabía que ocurría algo entre ustedes—sonríe ampliamente.

—¡Oh mi Dios!—exclama exasperada.

—No nos juzgues, se nota que pasa algo estando a kilómetros de distancia—sonrió Nat socarrona.

—Aunque parece que los únicos que no se dan cuenta son ustedes dos—dice Pepper siguiéndole el juego a Romanoff.

—¿Papá sabe algo?—dijo frunciendo el ceño preocupada.

—¡Ajá! ¡Lo admitió!—Natasha exclamó sonriente.

María suspira—Puede que Steve me atraiga de cierta manera—soltó mirando al suelo.

—¿Pero?—preguntó Potts.

—¡Es complicado!—murmura.—son muchas cosas que no permitirían que pasara algo—dijo encogiéndose de hombros.—además no creo que Steve me vea de otra manera sino cómo la hija de su amigo de trabajo.

—¿Estás bromeando verdad?.

—¡A Steve se le nota que siente algo por tí!—dice Nat exasperada.

—No quiero hablar más del tema por favor—dice tapando su rostro con sus manos.

Nat y Pepper se miran y luego a ella.

—Además creo que se irá a Washington—dijo aún con las manos en el rostro.

—Cierto—dice Nat frunciendo el ceño.

—¿Ya sabías?—preguntó María quitando sus manos.

—Sí. Yo también tengo que ir por órdenes de Fury—la miró y sonrió tristemente.

—¡Rayos!—se acaricia las cienes con sus dedos y aprieta los ojos con fuerza.

—¿Por cuánto deben estar allá?—pregunta Pepper.

—No lo sé. Un tiempo—se limita a responder la espía.

—Se les extrañará—le sonrió a Natasha.

—¿Podemos por favor hablar de otra cosa?—dice María cruzando los brazos y mirando sus zapatos.

—Bueno...—Pepper hizo una pausa.—¿Porque no vamos de compras para distraernos? Así vemos que usaremos mañana—propuso mirando a las presentes quienes asintieron.