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Martes. 5:15am

María se encontraba caminando hacia el ascensor para ir al área de entrenamiento con su ropa deportiva. Ayer en la noche había recibido la llamada de Fury anunciándole que se preparara para una misión en Ámsterdam.

Al llegar al área de entrenamiento escucha unos golpes, se acerca más encontrándose con Steve golpeando el saco de boxeo con mucha fuerza, él no se había dado cuenta de la presencia de la chica, estaba sumido en sus pensamientos o más bien recuerdos. Su pasado se hacía presente en cada momento, sobre todo en las noches. Le es difícil conciliar el sueño, y cuando logra dormir no tardaba en levantarse por alguna pesadilla. Golpeaba y golpeaba el saco como si su vida dependiera de eso, gotas de sudor le cubrían el rostro, la chica miraba su espalda quedando sin habla al ver sus músculos tensarse al contacto con el saco. Tenso estaba, Steve se sentía perdido. Las imágenes de Peggy, de él estrellando la nave, se hacían presente en su mente y como consecuencia golpeó el saco con más fuerza. María debatió entre sí acercarse o no. Un estruendo se hizo presente al caer el saco de boxeo. Steve lo observó con su respiración agitada, le pasaba muy a menudo.

—Steve—murmura la chica para que el rubio se diera cuenta de su presencia. Rogers frunció el ceño al escuchar esa melodiosa voz, se giró para chocar su mirada azulada con la verde casi que oscura de la chica, pero a Steve le habían parecido brillar desde el momento en que la conoció.

—María—su ceño aún estaba fruncido y su respiración un poco agitada. ¿Que hacia ella aquí y a esta hora?. La chica se acercó un poco a él, estaba completamente tenso aún. No apartaron la vista el uno del otro.—¿Porque estás aquí?—pregunta confundido.

—Rutina—se limita a responder con una sonrisa. Su sonrisa tan resplandeciente y llena de vida a la vista de Steve.—¿Que haces tú aquí?.

—Rutina—responde igual con una leve sonrisa y la chica se la devolvió. Se le noto menos tenso y su respiración volvió a normalizarse. Tomó una toalla de un banquito y se la pasó por la cara. María se sentó en ese banquito observando el saco en el suelo.

—No puedes dormir, ¿Cierto?—pasó su vista del saco a el rubio. Él sólo asintió.

—Pesadillas, recuerdos. Todo invade mi mente como una ola—dice con su mirada pérdida.

—Steve—lo nombra para captar su atención y así fue, él la miró.—eres mucho más que las cosas que te rompieron alguna vez—habla con una voz dulce y despacio.—nada te detiene más que tus propias. inseguridades. El futuro trae mejores oportunidades, no te aferres a algo que ya pasó—Steve sólo miró sus lindos ojos. Siempre sabía que decir y en qué momento decirlo, sus palabras resultaban calmarlo. Ella resultaba ser una persona tan agradable y motivadora a los ojos del rubio. Ella buscaba el bien de todos, que todos estuvieran unidos. Cómo familia.

—Tienes tanta razón—susurró bajando la mirada a la toalla en sus manos.

María se levantó del banquito y se acercó a Steve, puso una mano en su hombro y se puso de puntillas para poder alcanzar su mejilla y depositar un dulce beso, dejando al Capitán totalmente petrificado y su cara ardiendo. El cálido contacto de sus labios era sastifactorio.

—Eres mucho más—le susurra María mirando sus ojos azules, con completa sinceridad. Él asiente nervioso. La chica sonríe y se aparta.

Steve, en su aire de nerviosismo. Se despide de María y camina hacia el ascensor.

María niega divertida al ver las puertas del ascensor cerrarse. Observa un poco el área de entrenamiento, hay un Rin en medio de éste, una sección de armas para entrenar puntería, la sección de boxeo, arco y flecha. Clint, pensó.

La Hija De StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora