La Hija De Stark

24.

Sábado

Café con pan tostado, excelente combinación para la hija de Tony Stark.

Preparó el café y puso el pan en la tostadora. Eran las nueve de la mañana y aún nadie había hecho su aparición en la gran sala.

Se sentó en un taburete de la isla de granito con una taza de café y un plato con tostadas, procedió a comer mientras le texteaba a su madre.

Mamá💜:
Fué bueno mientras
duró ¿No?.

Yo:
Ni te imaginas cuánto ma.

Mamá💜:
Lo siento mucho mi niña.

Yo:
No es tu culpa que se tenga
que ir. Sé que cuando él y yo
nos reencontremos no
quedará ningún afecto amoroso.
Sólo queda el sentimiento de
lo que pudo y no fué.

Mamá💜:
No digas eso, nadie sabe
que pueda suceder.

Se le nota cuando te mira,
no me cansaré de decirtelo.

Yo:
Tal vez sea así, pero no tengo las
esperanzas necesarias.

Puede que él haya demostrado
algo, pero después es cómo si nada.
Soy sólo la hija de un amigo del trabajo y no me cansaré de decirlo.

M

amá💜:
Duele que digas eso.
Pero no puedo hacer nada
para quitar esa perspectiva.
Es trabajo de ambos claramente.
Aunque unos cabezotas por
no luchar contra todo.

Releyó el mensaje varias veces para dar un largo suspiro y pasar las manos por su rostro frustada.

Ambos tenían la culpa de no confesar nada, pero ¿Cómo confesar un sentimiento tan difícil hacia otra persona sin saber si será correspondido después de todo lo que ha pasado y sucede entre ambos?.

Ya era tarde para admitir algo y habían cosas que los dos debían arreglar y terminar que lograba que los dos estuvieran en silencio.

Aunque habían acciones, miradas y movimientos inconcientes que hacían pensar que puede haber una posibilidad.

Seguía la corazonada que frenaba cuando piensas que puedes.

Era irónica toda ésta situación, ya que tal vez uno o los dos acabarían arrepintiendose después y abría sufrimiento.

«¡Dios!»

Sollozó con los ojos llenos de lágrimas así que tapó su rostro con sus manos controlandose.

—María—habló una voz fuerte y firme causando que la nombrada maldijera internamente.

—Steve—dijo aún sin quitarse las manos de la cara. Escuchó los pasos acercarse a ella.

—¿Sucede algo?—preguntó y María escuchó un destello de preocupación.

La hija de Stark negó con la cabeza.—Hay café en la cafetera—informó aún en su posición.

El Capitán frunció el ceño y rodeó la isla para posicionar a su lado izquierdo.

—María—volvió a decir pero ésta vez más firme y tocando su brazo.