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1 SEMANA DESPUÉS.

Washington DC.

Lentamente, Steve Rogers fué abriendo los ojos acostumbrándose a la luz natural de los ventanales. Una canción resonó en sus oídos; Troubleman, Soundtrack.

Observó las paredes blancas. Estaba en una camilla, en un hospital. Miró a su derecha, una chica de cabello castaño con reflejos más claros descansaba con la cara en el colchón de la camilla sentada en un sillón y sosteniendo la mano del rubio que tenía un aparato en su dedo que medía sus latidos. Sonrió levemente algo adolorido al verla, en otro sillón estaba Sam leyendo un periódico, no sé había dado cuenta de que había despertado.

—¿Lees el periódico en éste época?—preguntó débilmente divertido haciendo sobresaltar al moreno. Sam le sonrió doblando el periódico.

—Moriré yo de un infarto—ironizó haciendo reír a Steve quién se quejó del dolor. Volvió a mirar a la chica quién dormía plácidamente.—no se ha despegado de tí, apenas y la convencemos de que vaya a darse una ducha, duerma y coma algo—informó mirando al rubio y luego a ella.—tampoco ha dejado de llorar—Steve hace una mueca aún con su vista en ella. Sam se levantó del sillón—iré por unos café, así la despiertas.

Rogers asintió. Wilson salió por la puerta que era custodiada por guardias que aún eran leales a SHIELD.

El rubio estiró su otro brazo acariciando el cabello de la chica.—María—murmuró moviéndola un poco.

—Cinco minutos más—se quejó en un murmuro haciendo reír al chico. María tardó unos segundos en caer en cuenta. Abrió sus ojos visualizando los ojos de Steve. Las lágrimas no tardaron en derramarse lentamente.—Steve—susurró parpadeando.

—Estoy aquí, mi vida—habló lentamente. María sonrió grandemente y lo abrazó sollozando. Steve soltó un quejido de dolor.

—¡Lo siento! ¡Lo siento!—dijo separándose dé el.

—Tranquila—susurró sonriendo de lado. Su cara estaba moreteada.

—¡Dios! ¡Estás bien!—exclamó sonriendo.—¡Gracias a Dios!—le dió repetidos besos en su mano aún soltando lágrimas.—¡Te quiero tanto!—se cortó abriendo los ojos cómo platos.

—¿Me quieres?—preguntó sonriendo.

—¡Te quiero matar!—repuso haciendo que el rubio soltara una risa.—mira cómo te dejó Bucky—murmuró mirandolo de pies a cabeza.

—Primero responde, ¿Me quieres?—la miró seriamente.

María miró sus ojos perdiéndose en ellos.—Sí—respondió.—te quiero—repitió.

Steve tomó su nuca y la acercó para besarla. Sus labios bailaron en perfecta sincronía perdiéndose el uno en el otro.

—Te quiero—dijo el rubio sonriendo al igual que la chica.—te quiero demasiado, cómo no tienes idea—María juntó sus frentes aún mirándose.

—Estaba tan preocupada. No vuelvas a hacerme ésto—lo miró seriamente.

El negó mientras le robaba un corto beso.

La Hija De StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora