«Y todos los caminos que tenemos que caminar son sinuosos. Y todas las luces que nos guían nos están cegando. Hay muchas cosas que me gustaria decirte y no sé cómo»
«En tu miedo, sólo buscas la paz. En su miedo, buscas sólo amor»
«Nada me...
Bailaron bajo la atenta mirada de varios hombres, charlaron, tomaron. Se divirtieron hasta más no poder. El tiempo pasó volando hasta dar las 3 de la mañana, ambas estaban un poco pasadas de tragos pero concientes de lo que hacían.
—Creo que es hora de irnos—alzó la voz María para que su amiga pudiera escucharla ya que la música estaba muy alta.—mañana tengo universidad.
Elizabeth asintió y tomando sus bolsos y pagando la cuenta se fueron directo al estacionamiento.
—Tenemos que volver a salir—dijo Liz conduciendo hacia la Torre.
—¿Cuando te irás?—le preguntó animada. De seguro habrían dado las 6 de la mañana en el bar sino tuviera clases.
—Pasado mañana iré a visitar a mis hermanos.
—Entonces salgamos mañana a cenar ¿Vale?—le subió un poco de volumen a la radio.
—De acuerdo.
Al llegar a la Torre las dos chicas se despidieron y María bajó del auto, habían varios agentes en la entrada y salida del edificio, al verla la dejaron entrar poniendo códigos de acceso.
En el ascensor que iba directo a las habitaciones quitó sus plataformas sintiendo dolor en sus pies, habían bailado demasiado. Su cabeza y brazo dolían demasiados, se sentía un poco mareada pero podía caminar y estaba consciente de lo que hacía.
Las puertas metálicas se abrieron dando paso al amplio pasillo de las habitaciones. Caminó hacia su puerta y antes de ingresar el código para que la puerta abriera volteó levemente la cabeza en dirección en la puerta de Steve. Suspiró girando sobre sus talones descalzos apoyando su espalda en la puerta. La conversación que tuvo con su mejor amiga se hizo presente en su mente.
Le atraía Steve Rogers, el famoso Capitán América, el Primer Vengador. Un hombre que jamás se fijaría en ella y eso lo tenía muy en claro.
—Sólo eres la hija de Tony Stark para él María, no sucederá nada ni aunque lo quisieras—susurró esas palabras para sí misma aparentando los ojos con fuerzas. Se giró para introducir la clave pero un sonido la hizo quedar estática.
—¿María?—murmuró nada más y nada menos que Steve. La chica apretó los ojos con fuerza deseando que la tierra la tragara. Volvió a girarse con la mirada gacha sosteniendo con fuerza las plataformas, sus manos comenzaron a sudar. Alzó la mirada encontrando directo a los ojos de aquel hombre fornido. Pensó que podría derretirse, pensó en el océano, en el brillo de las estrellas en esos dos orbes perfectos.
«Puto alcohol»
Maldijo internamente. El Primer Vengador traía su famoso traje de batalla con una tableta en sus manos. María recorrió su figura obteniendo así un color rojizo en sus mejillas. Volvió su vista a los ojos del Capitán.
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—¿Misión?—preguntó cómo pudo.
Él se acercó a ella lentamente asintiendo. María sentía que en cualquier momento se desmayaria.