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Luego de cuatro horas de viaje al fin habían llegado a Nueva York, Steve condujo a la Torre Stark en la isla de Manhattan.

Al llegar los agentes de Tony les dieron acceso al estacionamiento subterráneo dónde estaba la colección de autos de Stark y coches-camionetas de los agentes. Aparcó el auto en un lugar y se bajaron.

—Me duele el trasero—dijo la chica estirándose un poco.

El rubio rió y sacó sus dos maletas y un bolso de María de la maleta del auto.

—Quiero ver a Anthony—dice ansiosa mientras caminaban al ascensor que era resguardado por dos agentes quienes le dieron un asentamiento.

Entraron al ascensor.—Jarvis, a las habitaciones por favor—el rubio habla cuando las puertas metálicas cerraron.

Enseguida, Capitán Rogers—el ascensor comenzó a subir.

María se acercó a Steve y depositó un suave besos en sus labios que fué correspondido.

—Tenemos que tener cuidado—susurró la chica cuando separaron sus labios.—todo ahora estará más vigilado.

—No te preocupes ¿Bien?.

Asintió con una pequeña sonrisa. Segundos después las puertas se abrieron y luego de unos besos robados por parte del rubio cada uno fué a su habitación.

María se dió una ducha, vistió y cepilló su cabello para después salir de su habitación con destino a la de su hermano.

Al llegar a la gran sala Tony y Pepper estaban sentados en el mueble más largo junto a Anthony en los brazos de su padre.

—Papá—dijo al acercarse, Tony la miró y sonrió, le entregó el bebé a Pepper cuidadosamente y se levantó para estrechar entre sus brazos a su hija.

—Que bueno que estás bien—separaron su abrazo sonriendo.—¿Y Rogers?.

—En su habitación, creo—respondió sin mucha importancia mientras se acercaba a Pepper quién le hizo entrega del bebé.—hola pequeño—sonrió al mismo tiempo que su hermanito.

—Te extrañó—comentó Pepper sonriendo. María, desde que nació su hermano, ha estado muy apegada a él y hasta ahora el pequeño Stark también.

—¿Y Banner?—preguntó sentándose colocando al bebé en sus piernas y haciéndole muecas para que se riera.

—En su laboratorio.

En eso llega Steve por el ascensor ya cambiado de ropa, María supuso que también tomó una ducha.

—Capitán centenario—exclamó Tony levantándose y estrechando la mano de Steve.

—En definitiva no te extrañé—bromeó el rubio haciendo reír a las mujeres.

—Después de tantos meses sin ver a éste humilde hombre—se señaló haciendo que Steve rodara los ojos con una sonrisa por el drama del hombre.—me dices que no me extrañaste—se hace el ofendido.

—Eso ocurre—habló María divertida ganándose la atención de los dos hombres.—a tí te dice que no te extrañó y a mí me mandó a callar ¿Puedes creer eso?—dijo entre risas.

—Te estás volviendo ofensivo Rogers—hace un ademán de indignación.—Washington te cambió. O fué una chica quizás—se sentó en un sillón al igual que el rubio. María y Pepper intercambiaron una mirada.

—Ninguna de las dos opciones—negó sonriendo levemente.

Stark bufó.

Stark bufó

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La Hija De StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora