«Y todos los caminos que tenemos que caminar son sinuosos. Y todas las luces que nos guían nos están cegando. Hay muchas cosas que me gustaria decirte y no sé cómo»
«En tu miedo, sólo buscas la paz. En su miedo, buscas sólo amor»
«Nada me...
—Escucha, debo volar a casa ésta noche—le dijo a Jasper Sitwell mientras caminaban hasta unas escaleras de concreto con cuatro guardaespaldas. Los peatones iban y venían.—tengo problemas con el electorado y tengo que estar ahí.
—¿Con algún votante en particular, señor senador?—preguntó.
—No, realmente—se detuvieron y giró a verlo.
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—Tiene 23 años y es atractiva. Muy atractiva, ¿Entiendes?. Creo que quiere ser periodista, y no tengo idea. ¿Quién los escucha en estos tiempos?.
—No me parece un gran problema—ladeó una sonrisa.
—¿En serio? Me está arruinando la espalda—hizo un ademán.—este no es lugar para hablar de eso. Lindo broche—tocó el pequeño broche en su traje.
—Gracias.
—Ven aquí—extendió sus brazos y Jasper los recibió formando un abrazo.—¡Salva HYDRA!—susurró en su oído.
Se separaron y el calvo asintió. El senador bajó un escalón y hizo una mueca de dolor en su pierna.
—Ves aquí...
—Si, entiendo—dijo Sitwell y el senador siguió su camino con dos guardias a su alrededor.
El teléfono de Jasper comenzó a vibrar, lo sacó de su pantalón de traje y leyó el nombre Alexander Pierce.
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—Necesito un minuto. Traigan el auto—les ordenó a los dos guardaespaldas que asintieron y terminaron de bajar las escaleras dejándolo sólo.
—¿Sí, señor?—dijo al contestar la llamada.
—Agente Sitwell ¿Que tal su almuerzo?—al escuchar la voz de otro hombre se alarmó.—escuché que aquí hacen croquetas de cangrejo deliciosas.
—¿Quién habla?—preguntó frunciendo el ceño.
—El tipo atractivo con gafas a tu izquierda.
Giró a lo dicho por el hombre fijándose en varias personas.
—Su otra izquierda, junto con la pelirroja sexi—dijo y al fin localizó al hombre moreno con gafas que alzaba un vaso y la pelirroja sólo lo miraba también con gafas de sol.—eso es...
