«Y todos los caminos que tenemos que caminar son sinuosos. Y todas las luces que nos guían nos están cegando. Hay muchas cosas que me gustaria decirte y no sé cómo»
«En tu miedo, sólo buscas la paz. En su miedo, buscas sólo amor»
«Nada me...
—¡María se te está haciendo tarde!—exclamó su padre abriendo las cortinas de la habitación de la chica quién dormía boca abajo y un edredón cubriendo su cuerpo.—¿Cómo es posible que no te has levantado?—dijo viendo cómo su hija se removia en la cama a causa de los rayos de sol en su cara y su padre.
«Tal vez porque llegué a las 3 de la mañana junto a Steve»
Sonrió inconscientemente mientras se sentaba en la cama.
—¿Y esa sonrisa?—su padre se cruzó de brazos mientras alzaba una ceja.
—Nada papá—bostezó.
Se sentó a su lado y besó su frente.
—Llegarás tarde a la universidad cariño.
—Tengo sueño—arrugó la nariz soñolienta.
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Tony rió y revolvió aún más los cabellos de su hija.—Son las nueve María, apúrate—no terminó de hablar cuando la chica se levantó a toda carrera.
—¡Rayos!—exclamó entrando al baño, se supone que debía estar a las diez en la universidad.
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Su teléfono vibró en el bolsillo trasero de su pantalón negro, lo sacó y lo observó respondiendo la llamada.
—¡Ice! ¡Que alegría que me llamaras!—chilló en el asiento de atrás del auto conducido por un agente.
—Muchacha, ¿Cómo has estado?—preguntó con su típico tono de voz grueso.
—Muy bien hombre, ¿Por allá? ¿John y Liz?—miró por la ventana del vehículo.
—Todos bien. John en el baño y Liz se fué hace unos días que vino de visita.
—Me alegro.
—¿Fury no se ha comunicado contigo?.
—No, la última vez que lo hizo era por una misión que me asignó en Alemania hace unas semanas—respondió mirando sus uñas.
—Está bien, igual a nosotros hace unas semanas fué que nos contactó. Extrañamos la acción—María rió.