Capítulo 30

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Steve cerró la puerta con dificultad y llevó al castaño directo a la cama. Rápidamente se quitaron sus camisas y Bucky se recostaba lentamente mientras el rubio terminaba de despojarlos del resto de su ropa. El castaño cerraba sus ojos, más que feliz al sentir sus manos recorrer su cuerpo y sus labios besarle su pecho. Abría sus ojos de vez en cuando, le parecía tan imposible la situación pero finalmente no era así. Allí estaba su Steve, era él, tocándolo y besándolo como quiso durante tanto tiempo.

—Bucky, yo... —Susurra dejándole besos en su abdomen bajo mientras sus manos recorrían sus piernas, separándolas lo más posible. Para ambos, este era un momento casi irreal.

—Lo sé, lo sé. —El castaño se sentó y levantó su rostro un poco para besarlo.— Solo no te detengas, cariño.

Steve solo asintió y Bucky volvió a recostarse. Pronto sintió como el rubio besaba su miembro y lo introducía a su boca mientras jugaba con su lengua, succionando suave y moviéndose de arriba a abajo. Sus manos acariciaban las piernas del chico, clavando en veces sus uñas. James cerró sus ojos, dejando salir un fuerte suspiro.

—Maldición, Steve... —Llevó las manos a su cabello, acariciando y jalando en veces. Sonreía leve y mordía su labio inferior al sentir la boca del mayor dándole placer.

En un momento, el rubio introdujo con dificultad todo el miembro del castaño en su boca y Bucky soltó un suave gemido, empezando a mover sus caderas contra los labios de Steve, hasta que este se separó por falta de aire, pero sin dejar de lamer la punta de su miembro.

—Oh, Steve...

El rubio lamió dos de sus dedos y los introdujo en la entrada del menor, haciendo que este gimiera suave de nuevo. Los movía cada vez más profundo, para pronto llegar a su próstata y masajear con intensidad. Su boca siguió moviéndose sobre su miembro sin descanso. Bucky jalaba las sábanas y gemía agitado. Cuánto extrañaba sentirse así, cuando Steve era experto en llevarlo siempre al límite.

—Steve, no puedo...

El rubio siguió con el movimiento y el castaño se dejó venir pronto sobre la boca del contrario, jadeando fuerte y jalando las sábanas. El fluido manchó la mejilla del mayor y cuando James se levantó, pudo notarlo. Algo apenado, limpió esa zona con su dedo.

—Lo lamento, Stevie. No quería... —Rogers tomó su mano y lamió el fluido semi-blanco fuera de su dedo para luego besar a Bucky y recostarse sobre él.

—Apenas empezamos nuestra noche, mi amor. —El castaño sonrió más que feliz, cubriéndolo con sus extremidades y besando sus labios sin prisa.

—No sabes lo feliz que me haces, Steven Rogers. —Steve empezó a besar su cuello.

—Desearía tanto marcarte por completo. —Susurra mordisqueando muy suave su piel.

—Me encantaría que lo hicieras.

—Bueno, pero sabes lo que dicen. El que come callado, come dos veces. —El castaño sonrió y acarició su cabello.

—O las veces que quiera. —Dice mordiéndole su labio y el rubio sonrió.— Te necesito, Steve. Ahora.

—Como pidas. —Steve tomó su miembro y se introdujo totalmente en el interior del castaño. Este gimió y respiró agitado, agarrándose fuerte de los hombros del contrario.

—D-Demonios...

—¿Estás bien? —Dijo mirando su gesto algo adolorido.

—Más que nunca, Steve. Muévete, por favor...

El rubio empezó a embestirlo con algo de fuerza y Bucky expresaba perfectamente lo mucho que le gustaba sentir a Rogers en su interior. Se sentía feliz en los brazos del hombre que tanto amaba. Steve tomó sus piernas y las separó, acariciándolas mientras lo embestía y su boca invadía su oreja izquierda, lamiéndola y mordiéndola. Bucky lo tomó del cuello mientras seguía dejando salir pequeños sonidos, demostrando cuánto estaba disfrutando el momento.

𝐌𝐫. 𝐑𝐨𝐠𝐞𝐫𝐬 Where stories live. Discover now