Capítulo 43

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Steve despertó alrededor de las once de la mañana. Notó que Bucky no estaba y se levantó, restregándose los ojos. Al asimilar todo, vio que había una nota sobre la pequeña mesa de noche.

Steve, perdóname.

Perdóname por todo esto, yo lo único que siempre he deseado es verte feliz, pero anoche supe que solo puedo lastimarte. Me recordé a mí mismo que he roto tu corazón las suficientes veces y no quiero seguir haciéndolo. De hecho, me aterra demasiado.

Solo quiero que sepas que te amo, esto lo hago por ti, mi amor. No quiero que sufras, y soy demasiado idiota. Te amo, te amo, te amo. Siempre, pero no quiero verte llorar una vez más por mi culpa.

Te ruego que algún día logres perdonarme por todo.

Te amaré por siempre, Stevie.
~Bucky.

Steve suspiró y negó. Pudo notar que la tinta estaba manchada en un par de zonas, lo cual significaba que había llorado escribiéndolo.

—Buck, ¿por qué te gusta sufrir? —Niega, poniendo el papel sobre sus labios— Entiendo que tengas miedo, pero... —Suspiró de nuevo y buscó la invitación que Natasha le había dejado. La boda era a las doce y treinta. Rebuscó su ropa para ponérsela.— Está bien, entonces. Yo no quería ser invasivo ni pelearme con todos los invitados, pero supongo que tendré que detener ese montaje de boda yo mismo.

Se vistió rápido y tomó su muleta para apoyarse, ya que su pierna le estaba molestando un poco. A las doce, llegaba disimuladamente al salón, entregando su entrada y sentándose en las últimas sillas, así nadie conocido lo vería. Miró al novio de Bucky, quien se encontraba esperándolo. Rodó sus ojos, bufando.

Ni pienses que Bucky se va a quedar contigo, imbécil. —Piensa. Sabe que ese sujeto no trataba a James como él lo merecía.

Luego, a la hora estipulada, Bucky apareció con su madre y Steve lo miró. Se veía precioso, esa era la verdad. Deseaba que se viera igual de bien para su boda con él. Todos tomaban fotos y sonreían al verlo, pero Steve conocía bien el ánimo de sus grises y hermosos ojos: estaba triste, molesto. Aunque su boca mostrara una sonrisa, tenía miedo, estaba ansioso.
Pronto, Winnie lo entregó y el chico tomó la mano de Bucky. El castaño lo miraba, solo un poco sonriente, mientras el juez decidió empezar.

—Damas y caballeros, hoy estamos aquí para celebrar la unión de estos dos jóvenes. —El novio de Bucky le sonrió y él solo desvió su mirada, fingiendo una sonrisa también.— Antes de iniciar, me gustaría decir que si hay alguien que se oponga a esta boda, será mejor que hable ahora o calle para siempre.

Bucky suspiró. Sin invitación, nadie podía entrar y nunca recordó haberle dado una a Steve, así que si deseaba detener la boda, todo dependería meramente de él. Pasaron tres segundos de total silencio, Steve consideró si debía hacerlo, pero era obvio que sí. No quería perder a su James.
Con dificultad se levantó de su asiento y aclaró leve su garganta, para hablar fuerte y claro.

—Yo. —Todos los invitados lo miraron. Algunos sorprendidos, otros molestos. Los únicos que lo miraban con felicidad eran Sam, Wanda, Natasha, Rebecca y por supuesto, Bucky.

Mientras caminaba hacia el frente, Steve sentía la mirada de todos sobre él y creyó casi caer en un colapso de ansiedad, pero siguió firme. Bucky lo miraba acercarse, concentrándose en ignorarlos a todos y solo mirar a ese rubio que siempre lograba tranquilizarlo.
Wanda entró en su etapa de fangirl, emocionándose al ver a su profesor.

—¿Steve estaba aquí? —Le susurra a Natasha.

—Sí, le dejé una invitación en la recepción para que entrara.

𝐌𝐫. 𝐑𝐨𝐠𝐞𝐫𝐬 Where stories live. Discover now