𝐌𝐫. 𝐑𝐨𝐠𝐞𝐫𝐬

Capítulo 11

En cuanto se dirigían al parqueo, Steve bostezó y se cubrió la cara. De verdad quería descansar.

—Buck.

—¿Hm?

—¿Qué tan lejos queda tu apartamento?

—Pues, a unos... veinte minutos.

—Ten. —Le arrojó sus llaves y se subió a la parte del copiloto.

—¿Quieres que yo conduzca? —Dice subiéndose al otro lado.

—Así es. —Bucky sonrió. Le gustaba conducir, pero no tenía auto ya que su padre le dijo que era algo irresponsable comprarle uno a él.

—Está bien, descansa mientras llegamos.

El castaño iba saliendo del estacionamiento para luego ir a la entrada principal. Lo malo es que ahí estaba Sharon esperando a que llegara un taxi. Miró el auto de Rogers cuando se detuvo y vio que James estaba conduciendo su auto. Alzó su ceja, ya todo le estaba pareciendo sospechoso. Varias veces los veía charlando, pasaban juntos la mayoría de los almuerzos, incluso una vez juró verlos peligrosamente cerca en la biblioteca. Decidió investigar más a fondo sobre el asunto, se podría decir que no le agradaba el chico y menos que él hubiera podido acercarse a Rogers haciendo prácticamente nada.
Desafortunadamente, ninguno notó a la mujer.

Luego del tiempo dicho, Bucky finalmente llegó al edificio apartamental donde vivía. Se aparcó y miró a Steve, el cual estaba totalmente dormido. Sonrió y se bajó del auto con su mochila. Sacó su teléfono y pidió comida china, sabiendo que era la favorita de él, para que comiera algo antes de que descansara. Abrió la puerta y le quitó el cinturón.

—Steve, ya llegamos. —No respondió y Bucky negó, dándole cortos besos en su mejilla.— Hey, rubia babosa, despierta.

—¿Qué...?

—Ya llegamos.

—Ah...

Steve finalmente se bajó del auto y Bucky cerró las puertas con seguro. El rubio miró a James y decidió tomarlo de la mano. El castaño lo sintió y solo trató de ignorar el calor de sus mejillas, correspondiendo también entrelazando sus dedos con los del mayor.
No caminaron nada rápido, les gustaba andar de la mano.

Después de unos cinco minutos, llegaron al piso indicado y Bucky abrió la puerta de su apartamento.

—Bienvenido, pues. —Ríe y va a dejar su mochila a su cuarto. Steve miró alrededor y no había ningún tipo de desorden. Es más, todo estaba bien acomodado a excepción de la ropa que probablemente había usado el día anterior.

—Vaya, no eres un desastre.

—¿Qué? Por supuesto que no.

—A tu edad yo sí lo era.

—Por Dios, Rogers no digas eso. Suena como si ya fueras a entrar a la tercera edad. —El rubio rió.

—Está bien.

—Creo que aún tengo tu sudadera del otro día, ponte cómodo.

—Ok.

Bucky pronto le trajo la prenda y luego se puso cómodo él también. Steve se sentó y se quitó su camisa, jeans y zapatos, pero el castaño decidió aún no darle la sudadera. La puso a un lado y se colocó detrás del rubio, acariciando sus hombros suave.

—¿Cansado?

—Bastante. —Bucky sonrió y repartió besos en su mejilla y oreja. Steve acarició sus manos también.— Pásame la sudadera.