1. Verano del 2008.

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Era un Sábado por la mañana.

Me encontraba afuera de casa jugando con el balón.

Tenía bastante rato jugando solo, deseando un compañero de juego ya que, Romina se rehusaba a jugar conmigo porque según ella ya era una niña grande y tenía "mejores cosas que hacer."

Después de jugar por dos horas, entré a casa por algo de beber y una vez más traté de convencer a Romina que jugara conmigo. 

—Anda Romina, por favor solo un rato. —dije haciendo un puchero.

—No Emilio, ya te dije que no quiero. Ya estoy muy grande para eso.

Fruncí el ceño.

—Pero si solo tienes nueve. —dije molesto.

Romina rodó los ojos.

—No es no Emilio. —dijo molesta— Véte de mi cuarto o le diré a mamá.

—Agh. —dije enojado y cerré su puerta de un portazo.

Salí de nuevo de casa. Molesto y sin preocuparme, pateé fuertemente el balón. El cual salió volando a la casa de enfrente.

—¡Ouch, mi carita! —dijo una voz desconocida.

Levanté mi  cabeza y noté que había golpeado a un niño. Un poco más pequeño que yo. 

Un pequeño de cabello café claro y con sus manitas tapando su rostro.

—Ay, lo siento tanto. ¿Te lastimé mucho? —dije acercándome.

—Un poco —dijo el pequeño con las manos aún en su rostro.

—En serio lo siento mucho, déjame verte. —dije tomando al pequeño de sus hombros.

Poco a poco el pequeño fue quitando sus manitas y finalmente pude ver su rostro.

Ese niño era un ángel.

Su pequeño rostro, el cual estaba conformado por unos cuantos lunares y unas pequeñas pecas a penas visibles.

Era el niño más lindo que había visto a mis cortos seis años y medio.

—¿Por qué me pegaste? —preguntó el pequeño.

—Estaba molesto con mi hermana porque no quiso jugar conmigo. Patee el balón sin ver que estabas aquí. En serio lo siento —dije por tercera vez disculpándome.

—Está bien no te preocupes, bonito.

Bonito.

Me había llamado "bonito."

—Soy Emilio —sonreí— Y tú, ¿cómo te llamas?

—Joaquín. Pero me puedes llamar Joaco —dijo sonriendo— Soy nuevo aquí. Mi familia y yo nos acabamos de mudar hace un rato.

Sonreí lleno de felicidad. 

Por fin tendría un amigo de mi edad que viviera cerca de casa.

—Genial. Por fin tendré a alguien con quien jugar —dije feliz— Por cierto, ¿quieres jugar fútbol conmigo? —pregunté. 

—Claro, solo si prometes no lastimarme la carita de nuevo —dijo Joaquín con una voz llena de ternura.

Los dos reímos al mismo tiempo y comenzamos a jugar.

Horas después de pasar un buen rato con Joaco y de conocer a sus papás, miré mi pequeño reloj que se encontraba en mi muñeca.

04:00 pm. Hora de ir a casa a comer.

—¡Mamá, mamá! ¿Qué crees? —dije entrando a la casa— Conocí al nuevo vecino, tengo un amigo mami. Su nombre es Joaquín y es muy bonito. —dije lleno de alegría.

—¿En serio? Qué bueno pequeño. Ven, acércate a comer y cuéntame. —dijo mami con una sonrisa.

Mientras comía, le contaba a mamá cómo había conocido a Joaquín. Y así después de pasar el resto de la tarde con mamá, llegó la noche, y aunque eran vacaciones, papá tenía la estricta regla de que tanto Romina como yo teníamos que estar en la cama a las 8:30 pm.

Así que sin queja alguna, me dirigí a mi habitación. Me acomodé en mi cama y después de pensar un buen rato en mi nuevo amigo, Joaquín, logré quedarme dormido.

Narrador. 

Por otro lado, Joaquín sólo podía pensar en Emilio. En el niño bonito que se había robado su corazón en tan solo un día.

Quería saber más de él. Su color favorito. Su cereal o dulce favorito. Las cosas que le gustaban y las que no.

Deseaba con todas sus fuerzas que llegara el día siguiente para poder jugar de nuevo con él.

Solo podía pensar en su carita tan linda, en sus rizos despeinados y sobre todo, en su pequeña sonrisa.

—Emilio. —dijo sonriendo— Mi niño de la sonrisa bonitadijo lleno de amor y felicidad.


Sin saber que desde ese momento, Emilio Osorio Marcos era el dueño de su corazón.

El niño de la sonrisa bonita. | Emiliaco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora