36. Lo malo se acerca.

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Lean la nota al final.❤️

Joaquín.

A la mañana siguiente desperté con la preocupación de sí todo lo que habíamos vivido Emilio y yo, había sido un sueño.

Pero, cuando lo miré a mi lado, con su mano en mi pecho y su cabecita en mi hombro, profundamente dormido, fue que me di cuenta que todo había sido una bonita realidad.

Lo miré profundamente.

Sus rizos, su nariz tan bien definida, sus cejas perfectas, sus finos y preciosos labios que me volvían loco. Todo en él era perfecto.

Me acerqué un poco más a él con cuidado y deposite un beso en su frente.

Comencé a acariciar y enredar mi mano en su cabello tan suave y bonito. Y minutos después, sentí como se comenzaba a mover.

Lo miré mientras arrugaba su nariz y abría sus ojitos.

Y cuando nuestras miradas se encontraron, sólo me limité a sonreír.

—Buenos días. —dije.

Emilio sonrió y frunció el ceño.

—Buenos días. —dijo— ¿Por qué me mirabas así? —preguntó.

Mis mejillas se sonrojaron y escondí mi rostro en su cuello.

—Sólo admiraba lo bonito que eres. —admití.

Emilio soltó una risita y me acercó a su pecho.

—¿No te cansas de ser tan precioso? —dijo en mi oído.

Mis mejillas se tiñeron aún más de color carmín y reí.

Emilio comenzó a acariciar mi espalda desnuda con las yemas de sus dedos y mi piel se erizó rápidamente ante el contacto.

A mi cabeza llegaron los recuerdos de la noche anterior y mi corazón comenzó a latir.

—Tu corazón late muy rápido, amor. —dijo Emilio.

Los nervios se apoderaron de mí y alejé mi cabeza de su cuello para poder verlo a los ojos.

—Anoche fue...

Mágico. —dijimos al unísono.

Soltamos una risa y cubrí mi rostro por la pena que estaba sintiendo en ese momento.

—¿Estás nervioso? —preguntó.

Asentí aún con mis manos cubriendo mi rostro y segundos después sentí como Emilio quería quitar mis manos pero lo dejaba.

—Mírame. —dijo.

Negué y reí.

—Bebé... —dijo— Mírame.

Quite mis manos y poco a poco subí mi mirada a sus ojos.

Cuando nuestras miradas se conectaron y pude observar su bonito rostro, noté que estaba igual o más sonrojado que yo.

Me miró fijamente y notaba un brillo especial en su mirada.

—Te amo. —dijo.

Y sentí su "te amo" tan diferente.

En ese momento lo pude sentir más especial.

Sabía que ambos nos habíamos entregado y nos pertenecíamos.

—Cada momento que compartimos ayer... lo fue todo para mí. —dijo.

Sonreí y me acerqué a él.

El niño de la sonrisa bonita. | Emiliaco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora