Emilio.
Sabía que tenía que ir con Mariana a pedirle una disculpa. Y aunque no me sentía culpable de lo que había hecho, lo tenía que hacer. Pues al final de todo era mi novia y era mi deber hacerlo.
Cuando llegué pude ver que empuje a alguien, pero no supe a quién.
Llegué con Mariana, le pedí perdón y fue hasta el momento en que me abrazó que pude ver a quien le había tirado las cosas. A Joaquín.
Y no supe ni cómo, o en qué momento mi boca pronunció esas dos palabras que lo cambiaron todo.
"Te amo."
¿Qué rayos estaba haciendo? ¿Yo realmente estaba enamorado de Mariana?
Tantas preguntas y dudas pasaban por mi cabeza, pero en ese momento solo pude pensar en que alguien más a parte de Mariana había sido testigo de esa declaración.
Joaquín.
Joaquín había escuchado perfectamente cómo le decía a Mariana que la amaba.
Pero, ¿de que me preocupaba?
Joaquín no me quería. Ni cómo amigo o algo más. Y yo tenía que entender que mi lugar era y tenía que ser con Mariana. No con alguien más. Mucho menos con un hombre y mucho menos con Joaquín.
[...]
Llegué a mi casa, comí un poco y me quedé sentado en el comedor. Pensando.- Hola, mi amor. ¿Cómo te fue? -preguntó mamá.
- Bien. -dije serio.
Mamá sonrió y se acercó a mi.
- Saldré con unas amigas, ¿estarás bien? -preguntó.
Asentí.
- Emilio. ¿Algún día me volverás a hablar? -preguntó triste.
Me quedé serio y me puse a pensar. Definitivamente esa pregunta había causado tanto en mí.
Tenía aproximadamente ocho años sin hablar con mamá.
Cuando llegamos a la Ciudad de México, mamá había sido testigo de cómo papá me pegaba. Fue testigo de cómo papá me insultaba, me escupía y me recordaba lo que había pasado con Joaquín.
Y nunca fue capaz de decir algo. Simplemente había optado por quedarse callada no defenderme.
Sabía que no lo hacía por miedo. Pero, por Dios, era su hijo.
Se suponía que era lo que más amaba en el mundo y saber que ni siquiera me podía defender me dolía.
Me dolía a tal grado que deje de esperar algo de ella y simplemente fui experimentando un rencor y coraje tan grande.
- No lo sé. ¿Tú algún día dejarás de tenerle miedo a tu esposo? -pregunté y la mire a los ojos- Porque por algo te deje de hablar. Y no me puedes culpar a mi de algo que tú sola te ganaste. -dije y me levanté del comedor.
Salí por la puerta principal y comencé a caminar.
Caminé unas cuadras, llegué al parque y vi como Joaquín estaba sentado en una banca.
¿Estaba llorando?
Vi como limpiaba sus lágrimas y se quedaba viendo al suelo. Pensé en ir o no ir. Sabía que no habíamos empezado las cosas de una buena manera, y sabía que no quería tener ningún contacto con el. Pero algo dentro de mi sabía que lo había extrañado como loco.
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El niño de la sonrisa bonita. | Emiliaco.
Fanfiction-¡Por favor no sé lo lleve! -grité con todas mis fuerzas al ver cómo el papá de Emilio se lo llevaba a su coche. -¡Es mi mejor amigo! -volví a gritar sintiendo como las lágrimas resbalaban por mis mejillas. Sólo recibí silencio de parte de Juan y u...