Lunes.
Emilio.
Me levanté cuidadosamente, pues aún me dolía un poco la espalda.
Sentía un hueco en el pecho y aún sentía cierto dolor. Como si las cosas nunca se fueran a arreglar.
Sentía que las cosas saldrían mal. Y los sentimientos negativos no se iban de mi mente.
Cuando comencé a arreglarme, los recuerdos del viernes en la noche me invadieron.
—Necesito que te calmes y que me escuches. —dijo Joaquín.
Sentía como cada minuto el dolor aumentaba en mi pecho. Como cada segundo se hacía más pesado y más difícil.
—No... no puedo. —susurré.
Joaquín tomó mi mano y comenzó a respirar fuertemente.
—Necesito que respires conmigo. —dijo— Necesito escucharte. —dijo.
Tomé aire y sentía que cada vez se hacía más difícil el respirar. El estar bien.
Joaquín comenzó a sonreírme y a susurrar palabras bonitas.
—Eso, amor. —dijo al verme respirar correctamente.
Sentí que el aire llegó totalmente a mis pulmones y sentí como me liberaba de una presión menos.
Cuando logré estabilizar mi respiración, Joaquín se acercó a mi y comenzó a repartir pequeños besos en mi rostro.
—Te amo. —susurré.
Joaquín sonrió y dejó un beso en mi frente.
—Joaquín... —dije llamando su atención.
—Mande, amor. —dijo.
Sentí el impulso de hacerle una sola pregunta. Pero a la vez sentí el enorme miedo de escuchar su respuesta.
Pero lo tenía que hacer. Tenía que saber qué era lo que él pensaba de mi situación.
—Necesito saber algo. —dije— Algo que no deja de darme vueltas en la cabeza.
Joaquín me miró confundido y puso una mano en mi mejilla.
Comenzó a acariciarme y asintió.
—Dime.
Mis ojos conectaron con los suyos y por un momento sentí un poco de paz.
Pero esa sensación se fue al volver a escuchar la pregunta que las voces se hacían tantas veces en mi cabeza.
—¿No... no estás can...cansado de mí? —pregunté.
Sentí como se cortó mi voz cuando pronuncié esas palabras.
Joaquín frunció el ceño. Quizás no me estaba entendiendo del todo.
—Quiero decir... ¿aún no te cansas de mí? De mis problemas. De mis temores. De mis ataques de ansiedad. De mi...
Joaquín puso su dedo índice en mis labios. Indicando que me callara.
—Shh. —susurró— No. —dijo— No me canso, no me canso de amarte. De demostrarte lo importante que eres. De ser tu soporte y de levantarte cada vez que caes. —dijo mirándome fijamente a los ojos. —No me canso de hacerte saber que eres el amor de mi vida. No me canso de ser el que calme cada uno de tus miedos. El que está en tus momentos difíciles y el que te hace saber que si estamos juntos, todo estará bien.
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El niño de la sonrisa bonita. | Emiliaco.
Fanfiction-¡Por favor no sé lo lleve! -grité con todas mis fuerzas al ver cómo el papá de Emilio se lo llevaba a su coche. -¡Es mi mejor amigo! -volví a gritar sintiendo como las lágrimas resbalaban por mis mejillas. Sólo recibí silencio de parte de Juan y u...