11. Cada vez más lejos.

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Una semana después.

Joaquín.

Una semana ya había pasado.

Después de nuestro encuentro, Emilio faltó a la escuela dos días. Cuando regreso el jueves a clases las cosas se volvieron cada vez más incómodas. 

No nos hablábamos. Nos limitábamos a vernos a los ojos una que otra vez pero no más.

Un nuevo día llegó, por lo que me tocaban nuevamente varias clases con el.

Me levanté temprano, tomé una ducha y comencé a arreglarme para la escuela.

Emilio.

- Grábate bien esto, Emilio. Querer a un niño está mal. Querer a una persona de tu mismo sexo está mal. Es asqueroso. La sociedad te va a odiar si sigues así -dijo Martín, mi psicólogo.

En ese momento yo ya estaba empapado en lágrimas.

- Martín. Pero yo solo quiero a mi niño de luz. Te lo prometo que él es bueno, es lindo.

- Emilio, escúchame. Estás equivocado, no te puede gustar un niño. Eso es un error -dijo molesto.

Se levantó de su silla y quedó frente a mi.

- Emilio, dime. ¿Te gusta Joaquín? -preguntó.

Me tomo de mis muñecas suavemente y me sonrió.

- Si. Me gusta. -dije tranquilo.

Me apretó fuertemente de mis muñecas y volvió a preguntar:

- Emilio. ¿Te gusta Joaquín? -preguntó.

- Por favor, suéltame. Me las..timas -me quejé.

En verdad me dolía.

- ¡SOLO QUIERO QUE ME CONTESTES! -grito.

Cada segundo el dolor se hacía más grande. Mis ojitos se llenaban de lágrimas y comencé a negar con mi cabeza.

- No, no.

- ¿NO QUÉ? -gritó.

- No me gusta, no me gusta. No me puede gustar un niño. Eso está mal. No, no, no -dije llorando.

No, no, no. Querer a un hombre estaba mal. No, no, no.

- ¡NOOOO! ¡SUÉLTEME! ¡Me duele! -desperté gritando.

Otra pesadilla. Otra maldita pesadilla. Cada pesadilla era peor. Recordar esos momentos que tanto daño me habían causado, dolía.

Me limpié rápidamente las lágrimas y poco a poco volví a respirar normal.

Me levanté, tomé una ducha rápida y en cuanto estuve listo me fui a la escuela.

[...]

Llegué a la escuela, fui directo a mi salón y ahí estaban Diego y Mariana.

- Buenos días, guapo. -dijo Diego.

- Hola mi amor. -dijo Mariana y se acercó a mi dándome un beso.

- Hola hermosa. -dije y de nuevo le di un beso.

Claramente no sentía absolutamente nada al besarla. Era como besar una pared. 

No había sentimientos o alguna emoción de mi parte, simplemente era un choque de labios.

Mariana me tomó del cuello de la camisa y me dio otro beso. Un beso más largo y apasionado.

El niño de la sonrisa bonita. | Emiliaco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora