42. Coma.

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Narrador.

"Señora Marcos, su hijo está en coma."

Esas fueron las palabras que bastaron para que Niurka se terminara de romper.

Joaquín y Gris rápidamente se acercaron a consolarla.

—Tranquila, Niurka. —dijo Gris— Tú hijo es muy fuerte y sé que saldrá de esta.

Mientras Gris abrazaba a Niurka, Joaquín se acercó rápidamente al doctor.

—¿Qué fue lo que le pasó a Emilio?, ¿cómo está?—preguntó.

El doctor hizo una mueca.

—Tiene lesiones muy fuertes en sus costillas. Varias de ellas están fracturadas. —dijo el doctor— Lo que me preocupa son las lesiones en su cerebro debido a los golpes en su cabeza. Es por eso que tuvimos que inducirlo al coma.

Los ojos de Joaquín se cristalizaron.

—¿Cuánto va a durar así? —preguntó Joaquín.

El doctor suspiró.

—Lo tenemos en observación. —dijo— No te puedo decir con certeza cuánto durará. Pero esperemos que sólo sean algunos días.

—¿Podemos verlo? —preguntó Niurka.

—Haremos algunas revisiones y en unas horas les notifico si pueden pasar a verlo. —dijo el doctor.

—Gracias. —dijeron Niurka y Joaquín.

El doctor les sonrió amablemente y se retiró.

El ascensor del hospital se abrió y salieron Niko y Diego rápidamente.

Diego se miraba realmente mal.

—¿Dónde está?, ¿cómo está?, ¿qué dijo el doctor? —preguntó rápidamente.

Joaquín se acercó a él.

—Está muy mal. —susurró Joaquín— Tuvieron que inducirlo a coma.

En cuanto terminó esa frase, Joaquín no pudo más y comenzó a llorar.

Cuando Diego y Niko se percataron de eso, se acercaron a él y lo abrazaron.

—Amigo, el va a estar bien. —dijo Niko.

—Sabemos que es un chico muy fuerte y no dudo que va a salir de esta. —dijo Diego.

Era cierto.

Emilio había sido una persona tan fuerte al haber aguantado los maltratos por tantos años.

Tantos años había llenado su corazón de dolor y rencor pero a pesar de eso, seguía de pie.

[...]

—E-Emilio... —susurró Joaquín al acercarse a él.

Estaba en completo shock.

—¡Eres un maldito! —gritó Niurka al darle una bofetada a Juan.

—¡A mi no me vas a golpear! —gritó Juan regresándole un par de golpes.

El coraje y rabia estaban invadiendo a Niurka. Y a pesar de que su rostro estaba cubierto de varios rasguños y posibles hematomas, eso no impidió que le regresara a Juan los golpes que por toda una vida le había dado.

—¡Está inconsciente! —gritó Joaquín.

El llanto se apoderó de Niurka. Pero a pesar de eso, se acercó aún más a Juan.

El niño de la sonrisa bonita. | Emiliaco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora