7. Nos volveremos a encontrar.

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Narrador.

Era un nuevo día. Joaquín no había dormido tan bien por estar preocupado por su niño.

Joaquín había intentando escabullirse por la ventana de la habitación de Emilio, pero Emilio nunca abrió la ventana.

Emilio no había dormido nada por pasar toda la noche llorando. 

Había escuchado los ruidos provenientes de la ventana, pero era tanto el dolor que ni siquiera podía levantarse.

[...]


Emilio.

Poco a poco fui abriendo los ojos y traté de moverme.

Cuando ya estaba sentado totalmente en el piso, pude escuchar los gritos de papá y mamá.

- ¡NOS VAMOS A IR A LA CIUDAD DE MEXICO Y NO SE DIGA MÁS! -gritó papá.

- Juan, ¿cómo se te ocurre eso? Aquí ya tenemos una vida, una casa, amistades. Piensa en el daño más grande que le harás a Emilio, a tu hijo. -dijo mamá.

- Ese mocoso ya no es mi hijo y precisamente es que lo hago por él. Para que entienda que ese tipo de conductas no lo va a llevar a nada bueno.

- Es un niño por Dios, Juan. Nada de lo que está haciendo está mal. Tú eres el maldito que vive con la mente tan cerrada y lo único que hace es causarle daño a su propio hijo. -dijo mamá.

- ¡CÁLLATE! ¡Quiero que cierres la maldita boca ya y quiero que hagas las maletas! -gritó- Nuestro vuelo sale en cuanto salga de trabajo. Tienen 6 horas. Te vas a llevar lo necesario y le llamaré a la mudanza para que nos manden en unos días todo lo demás. -dijo y escuché un portazo.

Había salido de la casa.

En ese momento mis mejillas y mis ojitos estaban empapados en lágrimas.

Nos ibamos a México. Me iban a separar de mi niño.

Pasaron unos minutos y comencé a tener un ataque de pánico. No podía respirar, sentía un dolor enorme en el pecho. A éste punto las lágrimas no salían.

Escuché unos pasos afuera de mi habitación y una conversación.

- Por favor hazlo sentir mejor, mi niño. -dijo mamá

- Claro que si señora. -dijo una voz que hizo que se me erizara la piel.

Mi niño.

Abrió la puerta y me vio.

Joaquín. 

En cuanto vi cómo Juan se fue al trabajo, salí de mi casa y fui corriendo a la de Emilio. Lo quería ver. 

Su mamá me abrió y me dijo lo mal que la había pasado Emi ayer, me pidió que lo hiciera sentir mejor y en cuanto abrí la puerta, lo vi.

Sentado, hecho bolita en el suelo y con lágrimas en los ojos.

- Emi... -susurré.

No dijo nada. Fue ahí donde me di cuenta que estaba teniendo dificultades para respirar.

- Emi, ¿qué pasa? -dije sentándome a lado de él.

En cuanto me senté, tomó mi mano y la apretó muy fuerte.

Le hablé a su mamá y poco a poco lo levantamos del suelo, acostándolo en la cama.

Me acerqué de nuevo a él y comencé a hablar para calmarlo.

- Bonito. Aquí estoy, respira conmigo, vamos. -dije animándolo.

Poco a poco comenzó a inhalar y exhalar. En unos minutos su respiración volvió a ser regular, me miró a los ojos y pude darme cuenta de que mi niño no había dormido nada.

El niño de la sonrisa bonita. | Emiliaco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora