23. Déjame Curarte.

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[Pongan play a la canción las veces que quieran cuando sea el momento.]

Emilio.

- Ahora dime... ¿quién quedaría peor? -dije.

Noté como Mariana arrugaba la nariz, clara señal de que estabas enojada.

Me quitó el celular rápidamente y antes de salir del baño, la escuché susurrar:

- Me las vas a pagar, Emilio. -dijo.

Me pasó por un lado y salió del baño.

Espere unos segundos y cuando salí del baño le agradecí a Dios que no hubiera nadie cerca para que no pensaran cosas que no eran.

Decidí ir al cuarto en donde me había quedado dormido la vez pasada. Simplemente quería mi espacio y pensar algunas cosas.

Entré al cuarto, camine hacia la cama y me acosté un poco.

"Solo quiero decirte que estoy muy orgulloso de ti. Toma tu tiempo para contarme lo que ha pasado, sin presiones. Eres muy valiente mi niño."

Sonreí ante aquel recuerdo y observé la habitación.
Sonreía como tonto al recordar cada cosa vivida con Joaquín.
Mi corazón latía a más no poder cada vez que lo miraba, cada vez que presenciaba lo hermosa persona que era. 

Era mi Joaquín.

- Ay, mi Joaquín... -suspiré.

- ¿Me hablabas? -escuché decir a Joaquín.

Volteé rápidamente y lo observé en la entrada.

- ¿Qué haces ahí? -dije.

- Me sacó de onda que te estuvieras tardando mucho y vine a buscarte. Miré que en el baño no estabas, por eso vine a buscarte aquí. -dijo- ¿Todo bien? -preguntó.

Dibujé una media sonrisa en mi rostro y hablé.

- Mariana tiene una foto de nosotros besándonos. -dije.

Joaquín me miró asustado.

- ¿Y?  -dijo.

Lo miré a los ojos.

- Me amenazó con enseñarla a toda la escuela. -dije.

Abrió los ojos como plato.

- ¿Qué? ¿Pero qué le pasa? -dijo acercándose a mi rápidamente- Esa tipa está loca, no puede...

- Hey, hey, hey. -dije- Calma. Todo está bien. No me deje. Créeme. -dije tomando sus manos.

Joaquín me miro confundido y tomó mis manos con delicadeza.

- ¿Qué le dijiste? -preguntó.

- Que se diera cuenta que sólo se estaba haciendo daño ella misma. Y que se diera cuenta de la vergüenza que pasaría si todos se enteraran que la use como mi tapadera. -dije.

Joaquín me miro orgulloso y sonrió.

- Eres malo, amor. -dijo- Me encantas. -miró mis labios.

Miré su rostro. Tan precioso. Sus facciones, sus ojitos, sus pestañas. Todo en él era perfecto.

Me sonrió tan lleno de amor y con eso bastó para saber que todo estaba bien. Lo tomé de las mejillas, lo acerqué a mi y antes de besarlo, lo miré a los ojos. Y cuando nuestras miradas se encontraron le sonreí.

- Te quiero tanto. -dije.

Y lo besé. Lo besé con tanta dulzura.
Era mágica la forma en la que nuestros labios encajaban a la perfección. Como si hubieran sido creados para estar juntos.

El niño de la sonrisa bonita. | Emiliaco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora