22. Perdiendo el miedo poco a poco.

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Emilio.

Maldita sea. Los labios de Joaquín sabían jodidamente increíbles.

Me tenía acorralado a la pared besándome, hasta que se separó de mí viéndome con una sonrisa de bobo y tomó mi cabeza. Comenzó a repartir besitos por mi frente, mi nariz, mis mejillas, mis labios, provocándome una risa.

- ¡Basta! -dije riendo.

- ¡No no no! ¡Cuál basta ni que nada! -dijo dándome besos en los ojitos.

Se separó totalmente de mí y viéndome a los ojos.

- Te amo tanto. -dijo sonriendo.

Reprimí una sonrisa y lo miré atento.

- Es que... no puedo creerlo. No puedo creer que lo hayas dicho. -dijo emocionado- Tan sólo dilo... otra vez. -pidió.

Me miró con un pucherito y mi corazón comenzó a latir.

Maldita sea, Joaquín Bondoni. Ve lo que estás provocando.

Entrelacé nuestras manos y mirándolo con una sonrisa, hablé.

- Estoy enamorado de ti, Joaquín Bondoni. -susurré.

Las mejillas de Joaquín no tardaron en sonrojarse.

- Lo sé. -dijo poniendo sus manos en mi cuello.

Y cuando estaba a punto de besarlo, pude observar el mueble que estaba detrás de él. O más bien, lo que había encima del mueble.

Una foto de Joaquín y Andrés.

Y en ese momento recordé que Joaquín estaba con Andrés.

Antes de que Joaquín pudiera darme un beso, me alejé de él.

- Joaco, espera. -dije separándome de él.

Me observó confundido.

- ¿Hice algo? -dijo.

Lo miré fijamente a los ojos y señalé la foto.

- Andrés. Recuerda que estás con él. -dije serio.

Joaquín sonrió y soltó una risa. Lo miré molesto.

- ¿Por qué te ríes? -pregunté.

Dio un paso enfrente y tomó mis manos.

- ¿Crees que estaría tan cómodo besando los labios del niño más bonito si aún siguiera con Andrés? -preguntó.

Sentí como mis mejillas se sonrojaban.

- Cuando llegué de la casa de Diego hablé con él. Le platiqué cómo estaban las cosas, como estaban mis sentimientos y lo entendió. -dijo- Claro que estaba muy herido pero me deseó lo mejor y me dijo que esperaba que me hicieras feliz.

Lo miré atento.

- ¿Y... crees que te haré feliz? -pregunté.

Joaquín sonrió de oreja a oreja y acunó mi rostro en sus manos.

- Amor. Tú ya me haces feliz. -dijo.

Sonreí y observé sus labios. Sus bonitos labios.

Y cuando Joaquín se dio cuenta y quiso besarme, esas palabras volvieron a sonar en mi cabeza.

"Eres un maldito maricon."

Me alejé de él y le di la espalda. No podía dejar de pensar en que había algo en esto que estaba mal. Mis ojos se llenaron de lágrimas y Joaquín me abrazó por la espalda.

El niño de la sonrisa bonita. | Emiliaco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora