18. Corazón roto.

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Emilio.

- ¿Qué logras alejándote de mí? -preguntó Joaquín.

Definitivamente su pregunta me había tomado por sorpresa.

Y me tomé unos segundos para poder procesar la respuesta que le daría.

Pues no podía simplemente verlo a los ojos y decirle que lo estaba evitando o que lo quería lejos porque tenía miedo de estar sintiendo cosas por el.

Así que solo decidí por verlo a los ojos y tratar de no mostrarme débil ante el.

- Joaquín. Muchas cosas no están bien. -dije. -Las cosas muchas veces cambian. Las amistades cambian. Y sabes que desde el primer día te dije que nuestra amistad había cambiado...

- Si. Lo recuerdo bien. Y también recuerdo que se supone que empezaríamos de cero. Pero por lo visto, lo único que quieres es alejarte de mi. Y yo todavía no entiendo si hice algo mal, si te fallé, no entiendo.-dijo.

Mi mirada cayó al suelo otra vez.

- ¿Sabes que? -dijo después de un rato. -Deja las cosas así. -dijo molesto.

Lo voltee a ver de nuevo y en ese momento supe a qué se refería.

El también me estaba diciendo adiós.

- ¿A qué te refieres? -dije serio.

Joaquín se tomó un momento para pensar bien las cosas y cuando lo hizo me miro fijamente.

- Solo dime una cosa, Emilio. -dijo serio.

No lo quería ver a los ojos. No quería que me viera débil. Sin embargo levante la mirada y nuestras miradas se conectaron. Y en ese momento lo supe.

Realmente quería a Joaquín. Y no solo como mi amigo.

- ¿Qué quieres que te diga? -susurré.

- ¿No te has dado cuenta? -dijo.

¿Darme cuenta? ¿De qué? ¿De qué tenía que darme cuenta?

Lo mire confundido y supo que no estaba entendiendo las cosas.

- Emilio. -dijo- Te quiero. Te quiero demasiado. Y me gustas, y supongo que toda la vida me has gustado y no te he podido olvidar-dijo serio- Pero si eso te incomoda y es por eso que te quieres alejar, adelante. Lo voy a entender. -dijo.

Y en ese momento me quede helado.

Me quedé en shock al saber que mi niño, mi Joaquín estaba sintiendo algo por mi.

Abría mi boca una y otra vez. Tratando de decirle como me sentía en ese momento, pero no podía.

No podía expresar como me sentía porque estaba sorprendido.

Simplemente me quede mudo.

Joaquín.

En cuanto le admití lo que sentía, mi corazón comenzó a latir rápidamente y supe que la había cagado.

Sabía que no tenía que haberle dicho así de la nada. Sabía a lo que me estaba enfrentando.

Había dos opciones. Había una gran posibilidad que lo acababa de hacer hiciera que Emilio se alejara más de mi, o existía la pequeña posibilidad de que Emilio admitiera que también sentía algo por mí.

Obviamente me resultaba mucho más razonable la primera opción.

Es que en serio soy un estupido.

El niño de la sonrisa bonita. | Emiliaco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora