ᛒᛖᛁᚾᛏᛁᛊᛁᛖᛏᛖ

234 44 4
                                    



Había traspasado el umbral hacia la fría y oscura Nadiria.

Hacía tantísimo tiempo que no iba por aquel lugar, que se sentía extraño, a pesar de que lo conocía mejor que la palma de su mano.
Nada había cambiado por allí, todo seguía en la penumbra de la muerte y desesperación que causaba aquel lugar y hacía que, si no se marchaba pronto, absorbería su alma poco a poco, hasta que no quedase una pizca de ella en su cuerpo.

No recordaba aquel lugar tan mortífero, pese a haber vivido allí una parte de su vida.
Pero todo aquello quedaba en un pasado tan lejano, que solo los ecos de esos recuerdos perdidos resonaban en su cabeza como un lánguido y molesto zumbido.

Anduvo por lo que venía a ser un camino hecho por los mismos huesos de las víctimas de aquel lugar, las cuales no se sabía cómo habían acabado ahí, pero por su imprudencia, su alma había expirado, convirtiéndose en otro muerto afectado por la maldición de Nadiria.

No sabía a dónde iba, o quizá sí. Sus ojos no le permitían ver absolutamente nada, por más que los abriese y sus brazos, extendidos intentando alcanzar algo inalcanzable, simplemente daban golpes al aire.

La ansiedad de no saber dónde se encontraba y no poder ver lo que había delante de sus ojos, teniendo como única pista del lugar el sonido de sus pasos sobre los huesos, crecía por momentos, hasta el punto de sentir que le faltaba la respiración. Así era estar en Nadiria en realidad.

Finalmente, logró tocar algo que parecía ser una fría pared rasposa, así que decidió seguirla, ya que era a lo único que podía aferrarse para intentar llegar a algún lugar.

Caminó siguiendo aquel desagradable muro durante un largo rato más. Parecía que era interminable y que nunca podría salir de allí más.

Comenzó a pensar entonces que todo había sido una trampa, quizá una mentira, toda su vida lo había sido.
Un nudo empezó a formarse en su garganta, sentía que no podía continuar, ¿para qué?
Aunque cada vez tenía menos ganas de seguir, no se detenía. Algo en su interior le decía que no debía parar. No sabía si era su instinto u otra cosa, pero le hizo caso.

Finalmente, cuando ya pensaba que todo estaba siendo para nada, logró chocarse contra otra pared lateral, la cual comenzó a seguir de la misma manera, hasta alcanzar algo metálico, parecía una puerta de acero, bastante desgastada al tacto.

Buscó con cuidado el picaporte y una vez encontrado, abrió la puerta, que soltó un chirriante y molesto sonido, rompiendo el silencio del lugar.

La sala que había a continuación estaba iluminada por unas cuantas débiles antorchas, dejando ver un espacio redondo y grande, con unas cadenas saliendo de las paredes que acababan en el centro de la sala, atadas a las muñecas de una persona.

Entró en aquella extraña habitación de paredes formadas de piedra y cráneos reales, una horrible y sórdida imagen para cualquiera.
Anduvo lentamente hasta la persona que había allí atada, encontrándose cabizbaja, por lo que no podía verle bien el rostro, pero tenía una ligera idea de quién era.

─ ¿Yohan? ─El recién nombrado levantó la cabeza para encontrarse con un Junho que lo miraba mucho más serio que de costumbre─ Yohan... ¿Qué te han hecho...?

El mayor tenía casi toda su cara desfigurada por las innumerables heridas que presentaba, además del color rojizo oscuro por la sangre que se había secado en ella. Pensar que posiblemente tenía el cuerpo entero de la misma forma le hacía olvidarse de todo el rencor que sentía por él y, por una vez, preocuparse de verdad.
No esperó respuesta alguna, de hecho, si respondía sería algo increíble por su estado de debilidad.

Junho hizo desaparecer las cadenas, liberándole de aquella tortura en la que llevaba encerrado durante días, a pesar de que le había parecido muchísimo más.

Le intentó ayudar a levantarse, mas su lamentable estado se lo impedía. Junho pensó en curarle allí mismo, utilizando las pocas fuerzas que le quedaban, aunque sabría que sería totalmente inútil. No tenían escapatoria.

─ Yohan, escúchame. ¿Quién te ha hecho todo esto? Quizá pueda destruir la fuente de su poder y así, este lugar podría debilitarse para que fuese más fácil huir. Solo dime que no ha sido él...

─ Él no se mancharía las manos de esta forma ─respondió con un hilo de voz tan débil que casi costaba oírlo─. Pero no te hagas el héroe ahora, todo esto es tu culpa...

─ ¿Qué quieres decir...?

─ ¡Sabes perfectamente a lo que me refiero, Junho! ¡Si tú no existieses, nada de esto estaría pasando!

Los ojos del dragón comenzaron a llenarse de lágrimas al escuchar aquello de nuevo.
Nunca pensó que lo volvería a oír y menos de Yohan, pero así estaba siendo.

─ Entonces... Todo es mi culpa, ¿no? Todas las millones de muertes de Zenithia, todas las calamidades ocurridas... Todo ha sido por mi mera existencia. No debería haber nacido, ¿no es eso?

Sin dejar que le respondiese, dio media vuelta y se marchó a toda prisa de allí, pero cuando quiso salir por aquella puerta metálica, estaba totalmente cerrada a cal y canto.

⌗ TALES OF WIND ♡̷̷%՞˖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora