12.

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DOCE

Killian tiene mi cadera apresada entre sus brazos, porque se ha soltado de mi agarre y mi cuerpo se arquea para él. Sin embargo, mis piernas lo aprietan y mi boca es la que está llevando el mando en el beso.

¡No puedo creerlo! ¿Él va a dejarme seguir?

—Isla...—una de las manos de Killian sale de mi cuerpo y sostiene mi rostro. Lo observo, jadeando.

—¿Qué ocurre? —Killian no dice nada por unos cuantos segundos y decido que, si se arrepintió, será mejor no insistir

Acerco mi boca de vuelta a la suya y tironeo de su labio. Hace tanto tiempo que no hago esto... disfrutar realmente del sexo, que se siente extraño. Incluso mantengo mis ojos abiertos por un segundo para asegurarme de que esto está pasando realmente, lo que me permite ver a Killian con sus ojos cerrados, entregado a lo que estamos haciendo.

Bajo mis labios por su mejilla, su cuello, humedeciendo con mi lengua cada parte de su piel llena de tinta, hasta pasarla por su pecho y sentirme satisfecha al escucharlo gruñir con excitación. Mordisqueo la piel tatuada de su abdomen y bajo mis labios por todos sus músculos, hasta que mi boca casi roza la cintura de su pantalón. Killian acaba de poner una mano en mi nuca y sostiene mi cabello en su puño, como si eso fuera una garantía de que podrá detenerme.

O controlar lo que le haré.

Sin perder mucho tiempo, bajo la única prenda que le queda de ropa y toco suavemente su miembro, con mi mano sosteniéndolo. El tatuado gruñe de nuevo y antes de cualquier cosa, paso mi lengua lentamente por el dorso de su piel salada y suelta un jadeo. Meto sólo el glande en mi boca y lo chupo mientras internamente me siento orgullosa de poder dominar esto, de tener el control sobre una persona tan dominante como él. Muevo mi boca e incluso me ayudo con mis manos, con total libertad de tocarlo.

Cuando el pene de Killian está totalmente erecto y creo que podría hacerlo acabar simplemente con la lengua, tira de mi cabeza lejos de su cuerpo y me saca de encima, dejando mi espalda contra el colchón, para ponerse sobre mí con una expresión salvaje en el rostro.

De nuevo, quiere someterme.

—¡Oye! — me quejo cuando sus ojos me miran desde arriba. Ese salvajismo que tiene la oscuridad de su mirada me inhibe un poco. Me asusta y me excita, confundiéndome de sobremanera.

—Ya fue suficiente de tus juegos, Isla, ahora me toca a mí—su voz sale tan ronca, que debo parpadear para asegurarme que es él. Es algo casi primitivo, que no logro descifrar.

Killian clava su boca contra la mía, de forma agresiva y mordisquea mis labios hasta separarlos y que su lengua juegue con la mía. Una de sus manos lo sostiene sobre mí mientras que la otra separa mis piernas. Sus labios van dejando mordiscones por mi cuello hasta meterse uno de mis pezones en la boca. Mi espalda se arquea en su encuentro y puedo jurar que el imbécil está sonriendo por mi reacción. Sus dientes tiran suavemente del montículo de piel sensible y mi cuerpo quema. Con su lengua traza parte de mi cuerpo, llevándome al borde de la excitación constantemente.

Me pone caliente en pocos segundos y cuando su mano comienza a hacer círculos lentos sobre mi clítoris, sé que estoy perdida. Siento la boca seca, así que paso mi lengua por mis labios, justo cuando el hombre pellizca suavemente en mi entrepierna. Suelto un sonido lastimero y Killian mueve sus dedos por todo mi coño, lubricándolos para después meterlos en mi interior. Sí, estoy tan mojada que ha sido fácil, no me avergüenza admitirlo. Le quita la atención a mis senos para centrarse por completo en mi entrepierna y pasar su lengua por mis muslos, mordiéndome la piel suavemente, como si quisiera dejar pequeñas marcas.

Fuera del set #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora