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Killian

Veo a Isla irse.

Suspiro con alivio al saber que los asesinos de mi hermana seguirán presos y me paro. Algo en mí se calma al saber que esos hijos de puta no van a estar libres. Es como si todo el ruido en mi cabeza finalmente se apagara y pudiera pensar con claridad.

Veo a Diana hablando con su abogado y espero a que termine para abordarla. Si no hablo ahora, voy a quedarme con las palabras atascadas y no quiero eso. Necesito hacer esto por mí y por Isla.

—me alegro de que todo esto terminara—ella aprieta mi brazo tal cual lo hizo Isla antes de que el citatorio comenzara. Sin embargo, se siente muy diferente. Nunca compararía a Diana e Isla, porque ambas son muy diferentes y no hay un punto de comparación, pero lo que pude haber sentido por Diana, no llega ni a un cuarto del cariño que siento por Isla y en parte, por el amor que tengo por ella, tengo que hacerlo.

—Diana, quiero el divorcio—le digo sin rodeos—te lo he pedido cientos de veces y... antes ni siquiera me importaba, pero ahora...

—lo sé—ella me da una sonrisa leve—¿Sabes Killian?, hablé con Isla. Esperaba encontrar a una niña tonta, cegada, enamorada perdidamente de ti, como lo estuve yo—me dice—pero encontré a una mujer bastante centrada, que solo está contigo porque realmente te quiere y... tiene algo en sus ojos, como si hubiera sufrido, igual que tú—me mira—no puedo dejar los viejos hábitos de la psicología e intenté analizarla. No le hagas daño, Killian. Ella parece una chica demasiado buena para ti.

—lo es— digo, sin dudar en que sea cierto. Isla es demasiado buena para estar con un imbécil como yo.

—lo supuse, ¿La amas, Killian?—

—sí, Diana. La amo.

Ella suelta un suspiro y asiente lentamente.

—mi abogado tendrá listos los papeles del divorcio para estos días. Supongo que no tendremos problema con nada, ya que no tenemos bienes en común—asiento, levemente agradecido de que esto fuera tan sencillo.

—Diana—la agarro del brazo cuando ella parece a punto de irse. La sensación es extraña —¿Por qué se lo dijiste?

— necesitabas un empujón, Killian, tenías que reaccionar, ella debía saber la verdad—tenso la mandíbula—¿Sabes qué es lo más gracioso? Ella ni siquiera me gritó, me dejó hablar, pagó su café y se fue. Estoy segura de que no me creyó, aunque le mostré el acta de casamiento, lo vi en sus ojos— ella me da una sonrisa leve — supongo que ambas nos enamoramos de esa idea perfecta sobre ti.

—no te confundas, Diana—le digo rápidamente— Isla me conoce mejor que nadie, ha visto cada mierda de mi y aún así me ama. Lo sabe todo.

Ella también vio toda mi mierda. Fue mi psicóloga, joder. Claro que vio toda mi mierda, pero la forma en la que me abordó fue tan distinta que...

—no sabía que tú y yo seguimos casados. Entiendo que tal vez para ti no fue algo importante, porque ni siquiera sé por qué lo hicimos pero... espero que tengas razón, Killian y ella conozca toda tu mierda y te quiera—ella se inclina y me da un beso en la mejilla—espero que pases un buen cumpleaños—se suelta de mi agarre y se va.

Espero unos cuantos minutos para salir e ir al departamento para ver a Isla.

Últimamente me porté como un hijo de puta y ella realmente intentó darme espacio y sé que eso le cuesta, porque quiere acompañarme. Todo el asunto de mis padres, saber que tendría que ver a Diana y remover el hecho de que aún estemos casados, me pusieron de un humor de mierda las últimas semanas. Por eso me iba, por eso huía de ella y de sus preguntas, porque, aunque nunca creería que ella preguntara con malas intenciones, tener que hablar sobre todo esto me ponía de un humor podrido y no quería pagar con Isla nada de eso, sobretodo por todo lo que pasó antes de su cumpleaños, porque puede que ella esté bien ahora, pero tuvo un aborto hace pocas semanas. No quería cargarla con más problemas. Tal vez tendría que haberle dicho eso, explicarle por qué no hablaba con ella en vez de cerrarme en banda con ella.

Fuera del set #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora